5 lugares para visitar con tu perro en San Pedro de Atacama sin morir en el intento
Júpiter y yo salimos de Santiago temprano ese día, un amigo nos llevó hasta Batuco por la 5 Norte, nos bajamos en la primera Copec que encontramos y unos metros más allá me puse a hacer dedo. Era mi primera vez mochileando con un perro, no sabía si te llevaban los camioneros o te paraban los autos, Júpiter no era lo que se podría considerar un perro pequeño y sólo me quedaba esperar alguna buena persona con feeling animal.
Tuvimos suerte pasaron alrededor de dos horas cuando paró Miguel en su camión; al abrir la puerta de la cabina lo primero que hizo fue preguntarme cómo se llamaba mi acompañante, en ese momento supe que era la persona que habíamos estado esperando. Miguel me contó que tenía dos Pastores Alemanes en su casa en Quillota y siempre que podía los llevaba a Valparaíso junto a su hija a recorrer las calles en donde él se había criado. En ese momento se dirigía a Iquique, así que nos dejaría en Calma para que continuáramos nuestro camino.
Así nos fuimos conversando hasta la hora de almuerzo, cuando me dijo que conocía una picá rebuena. Nos desviamos un poco del camino y llegamos al El Paletita una picá de camioneros en la caletera de la 5 norte; muy buena comida y contundente, recuerdo que el menú costaba $3.000, así que de todas maneras vale la pena parar ahí. Júpiter no pudo entrar, lo tuve que dejar amarrado afuera por supuesto con comida y agua.
Seguimos el camino hasta que nos alcanzó la noche, ya habíamos pasado La Serena. Miguel se estacionó en una parada para camiones y entró en un hostal para ir a dormir, yo armé mi carpa a un costado del camión y Júpiter durmió afuera.
A la mañana siguiente, seguimos rumbo a San Pedro, cuando llegamos a Calama, Miguel se estacionó, se despidió con una “hasta la próxima”, me deseó suerte y se marchó rumbo a Iquique. En la carretera esta vez no tuvimos tanta suerte, esperamos 6 horas hasta que al fin paró una camioneta, nos subimos atrás y nos fuimos.
Cuando llegamos a San Pedro de Atacama, caminamos a la plaza principal, en menos de 5 minutos se me acercaron dos tipos a ofrecerme alojamiento, cuando me vieron con mi amigo de 4 patas me dijeron que los perros no estaban permitidos en los camping del sector y menos me iban a dejar entrar en un hostal. El único lugar que me recomendó esta persona fue el Hotel Atacamadventure Wellness & Ecolodge que tiene una política “Pet Friendly”. Por supuesto las mascotas deben estar limpias, ser transportadas en bolsos pet y usar correa en los espacios públicos. Además deben tener una impecable conducta higiénica. Desconozco si algún otro hotel del sector incorporó este servicio.
Está demás decir que nosotros íbamos a la aventura y no teníamos ni las ganas ni el presupuesto para quedarnos en un hotel. Al ver mi cara de preocupación uno de los tipos me dijo que si no me importaba, me podía alojar en un pedazo del patio de su casa, acordamos el precio y nos fuimos. El lugar era alejado de la parte principal, cuando llegamos me di cuenta que el terreno era bastante grande, así que saqué mis cosas, armé la carpa y nos acomodamos.
Cuando tuvimos todo armado, con Júpiter nos fuimos a recorrer el lugar, como en el trayecto de Calama a San Pedro no alcanzamos a comer lo que se podría considerar una comida decente, fuimos en busca de algo que nos calmara el apetito. Un amigo me había recomendado Terra Oasis; un pequeño restaurante que ofrece comida casera a buen precio. Cuando llegamos me di cuenta que el lugar era más pequeño de lo que pensaba, pero muy acogedor y con buena música, La atención excelente y el menú muy variado. Lógicamente no dejaron entrar a Júpiter, pero de todas maneras igual le guardé unos huesitos que se los entregaría al salir.
Con la guatita llena, nos pusimos a caminar para recorrer el lugar. Lo primero que fuimos a ver fue la iglesia de San pedro de Atacama, que está a un costado de la plaza del mismo nombre. Es una construcción hecha de adobe, la cual tiene un cerco a su alrededor con tres accesos en forma de arco. Esa vez no pudimos entrar ya que estaba cerrada por reparación en el techo, que según entiendo es de cactus.
Imagen CC: Tefy
Al Otro día nos levantamos temprano, nos habían recomendado arrendar una bicicleta por el día para recorrer los lugares cercanos, así que arrendé una por $7.000 en la tienda Grado 0 y decidí ir a Pukará de Quitor. Este lugar está relativamente cerca de San Pedro, a unos 4 km por el camino junto al Río Grande. A cualquier lugar que vayas recuerda llevar mucha agua y protección solar ya que el calor en esa parte es implacable.
Pukará de Quitor aunque no es uno de los lugares más visitados verdaderamente vale la pena conocerlo. Encontrarás vestigios del pueblo indígena que vivió en San Pedro, recomiendo primero visitar el mirador y luego las ruinas de Quitor. Puedes observar las cuevas pero ojo, no puedes entrar ya que está prohibido por derrumbe; sin embargo es un excelente lugar para fotografiar. De vuelta el camino tiene una inclinación por lo que se agradece después de haber hecho tanto ejercicio recorriendo el lugar.
Imagen CC: Lastutok
Luego de recorrer Pukará de Quitor decidí recorrer junto a mi fiel amigo los lugares cercanos que por supuesto él pudiera también disfrutar, así que con mapa en mano nos dirigimos al Valle de la Muerte, esta vez caminando. Partimos después de almuerzo para llegar a ver el atardecer, el lugar no está muy alejado a unos 3 km de San Pedro, Apenas se deja la carretera, un cartel nos indica que estamos en lo que se conoce como La Cordillera de Sal. Siempre hay caravanas de turistas caminando al lugar. Algunos se divierten deslizándose por las dunas de arena con tablas de sandboard y otros simplemente fotografiándolo todo.
Después de recorrer estas dunas en donde se pueden ver formaciones rocosas que se asemejan a esculturas verticales, llegamos finalmente al Valle de la Muerte; su nombre se debe a que antiguamente quien se atrevía a cruzar este lugar moría en el intento. No es extraño encontrar huesos de animales y hasta de personas, además de trozos de yeso que también abundan en el sector.
Con Júpiter nos quedamos un largo rato a la sombra de una roca contemplando el inmenso paisaje desértico, contagiados por la tranquilidad de las gigantescas dunas. Me sentí muy pequeño en comparación a la magnitud de esas hermosas montañas de la Cordillera de Sal, además pudimos apreciar los vivos colores que brotan de los minerales cuando los toca la luz del sol. Nos quedamos ahí hasta ver el atardecer; uno de los más bellos que he vivido.
Imagen CC: No machine-readable author provided. Heretiq assumed (based on copyright claims).
Luego de hacer estos recorridos y mucho ejercicio, decidí que era momento de darnos un descanso y caminar por el pueblo, así que fuimos a ver la feria artesanal que se ubica en las cercanías de la plaza principal. En esta feria puedes encontrar artesanías hechas por los propios atacameños, los cuales trabajan en materiales como: cuero, madera, lana de llama, artículos de cactus, piedra y todo lo que lo que les proporcione la tierra. Júpiter se llevó un lindo collar hecho en cuero de llama con su nombre grabado en metal.
Imagen CC: Ana Raquel Hernandez
Al día siguiente quisimos alejarnos un poco más después de descansar un día entero. En una de nuestras salidas a almorzar conocimos a Sofía y Nico; quienes eran una pareja de santiaguinos amantes de los perros, ellos fascinados con Júpiter nos invitaron a ir al Valle de la Luna en su 4x4, esta invitación nos alivió bastante, ya que de otro modo tendríamos que haber hecho el recorrido en bicicleta o haciendo dedo, lo que habría significado un gran esfuerzo para ambos.
Partimos en su camioneta al Valle de la Luna después de almuerzo, en el camino te topas con un montón de gente haciendo el mismo recorrido en bicicleta, hay que recorrer unos 13 km desde San Pedro, el camino obviamente de tierra tiene subidas y bajadas bastante pronunciadas, además del intenso calor de la zona, por lo que tendrás que ir con bastante agua para mantenerte hidratado en el caso que decidas irte pedaleando.
En el acceso al Valle de la Luna te cobran una entrada $2.000 p/p, como Júpiter iba recostado en el piso de la camioneta, la persona que cobra la entrada no lo vio, así que simplemente pasamos. Nunca supe si podían entrar perros al lugar, de todas maneras él siempre ocupaba correa y ese día no iba a ser la excepción.
Al entrar al lugar de inmediato te transmite una sensación especial, de verdad sientes que estás en otro planeta, las rocas moldeadas por el viento a través de los siglos crean paisajes fuera de este mundo. Recorrimos Las Tres Marías; unas formaciones de piedra que crecen en el medio del desierto de manera vertical. También caminamos a través de las Cavernas de Sal; que son cuevas en donde la sal está convertida en gema. Además pudimos apreciar el paisaje desde la Duna Mayor; un majestuoso cuerpo de arena desde donde se ve gran parte del lugar, desde este sitio tienes una vista panorámica espectacular en donde puedes ver la Cordillera de la Sal en todo su esplendor.
Junto a mis dos nuevos amigos y Júpiter escogimos aquel hermoso lugar para contemplar por última vez en el viaje ese atardecer tan espectacular que nos muestra la majestuosidad del desierto, esperando algún día volver y reencontrarnos con tan hermosos paisajes que el desierto chileno nos regala.