10 lecciones que aprendí mochileando por Chile

Nicolas Ortuya Apr 25, 2015

Recuerdo que hace unos veranos nos pusimos de acuerdo con un grupo de amigos para mochilear hasta Chiloé. El típico viaje soñado de todo adolescente ¿cierto? Al principio éramos como siete. Cuando llegó la fecha, a principios de febrero, quedábamos solo tres.

A pesar de que éramos poquitos lo pasamos súper, y fue una experiencia que, para mí al menos, fue inolvidable. Era mi primer viaje sin la familia, era lo más loco, me sentía extasiado. Ese gusto por viajar se había instalado en mí y no salió nunca más.

Desde mi experiencia mochileando por el sur de Chile, aquí van algunos consejos para hacer más llevadero el viaje, y que te evites ciertos problemas típicos de este tipo de excursión en cualquier parte del mundo.

1. Conviene ir en grupos pequeños

Por una razón obvia, si te paras en la carretera a “hacer dedo” con 10 personas más, nadie los va a llevar. No porque a la gente le de lata llevarlos, ni por mala voluntad, sino porque, por lo general, la gente que lleva a mochileros son automovilistas comunes y corrientes, y los autos no son tan grandes para llevar una gran cantidad de gente. Un grupito de tres o cuatro personas está perfecto.

Imagen CC David Escudero Alvarado

2. Planifica el viaje

Lo mejor es hacer un itinerario con el tiempo en que vas a estar en cada lugar. Probablemente no se va a cumplir 100 por ciento, porque obvio, si dependes de la buena voluntad de la gente no siempre vas a llegar puntualmente a cada parada, pero es importante tener una idea general de esto por la plata. Si no planificas bien tu viaje te puedes quedar “pato” rápidamente y en medio de la nada.

3. Raciona la comida

Es cierto que, donde vayas, no te va a faltar la comida, pero si quieres ahorrar plata lo mejor es llevar algunas raciones. Lo principal es racionar bien y cuidar de no salirse de lo planificado. Uno que otro bocadillo demás nunca hace mal, pero ándate con calma. Además, planifica colaciones de ruta. La falta de comida es falta de energía, y no te conviene andar en medio de la nada, haciendo dedo y con hambre.

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4. Que no falte el agua

Si hay una cosa en la vida que no te puede faltar es el agua. Te puede faltar ropa, comida, pasta de dientes, pero agua no porque te mueres. Así que no importa cuánto pese, siempre llévala. Cada vez que te muevas de un lugar a otro, ten en cuenta cuanto podrías demorar para llevar una buena cantidad de agua. La falta de agua puede tener serias consecuencias en el organismo, así que no te confíes y ten cuidado con eso.

Imagen CC Carlos Martínez

5. Equipo obligatorio: mochila, saco de dormir, carpa

Estos tres ítems son indispensables, sobre todo si vas al sur porque el frío es un tema. Si hay que invertir en una mochila, hazlo. Es una buena inversión y sirve para muchas veces más, así que compra una buena mochila. El saco de dormir también es una inversión, pero ten en cuenta para qué lo quieres. Hay sacos para playa y para alta montaña. Uno que esté entre esas categorías te debería servir para mochilear por chile sin problemas. Fíjate en la graduación que se indica siempre en la caja del saco de dormir, así te haces una idea de cuantos grados Celsius puede soportar. Por último, los tipos de carpa se miden por la cantidad de lluvia que aguantan. Yo, que fui al sur, me compré una para harta lluvia, como 3 mil mm. aunque fue una tontera porque no llovió nada.

6. Llevar un candado

Hacia el sur es menos, pero la delincuencia se ha tomado Chile y siempre vale la pena ser precavido. Un candadito para la carpa no está demás. Okey, si alguien realmente te quiere robar no es muy difícil romper una carpa, pero al menos es más difícil. Siempre que vayas a caminar por ahí y dejes tus cosas en la carpa, ponle un candado, solo por si acaso. En tiendas como Easy o Homecenter venden unos chiquititos y bien buenos. No son caros.

7. Poca ropa, pero buena

El peso en la mochila se va multiplicando con el correr de las horas, tus hombros y espalda te agradecerán que le cargues lo menos posible. Por eso, intenta llevar poca ropa, sólo lo estrictamente necesario para no morir de frío en la noche. A mí, por ejemplo, me sobró mucha ropa porque pensé que en el sur llovía harto, y ese verano no llovió nada ni hizo frío ¿Cambio climático? No sé, pero intenta ver la proyección del tiempo antes de salir de casa. Ropa convertible como esos pantalones que se transforman en shorts al abrirlos por un cierre, o chaquetas reversibles son de gran ayuda en estos casos.

Imagen CC Davidlohr Bueso

8. Cuidado con el sol y el calor

Sobre todo cuando estás haciendo dedo, nunca sabes cuánto tiempo vas a pasar tirado al borde del camino. Por eso usa mucho bloqueador y cualquier aparato o prenda que te tape el sol. Los golpes de calor son algo frecuente cuando estás en la carretera esperando un aventón. Te aseguro que no quieres vivir esa experiencia en lejos de todo centro asistencial. Por eso tomar harta agua (insisto en este punto) y evitar el exceso de sol, te puede ser de gran ayuda.

9. Hacerse el simpático

Cuando alguien te recoge y da un tirón en la carretera, hazte el simpático. La gente que te ayuda en el camino muchas veces es gente que quiere conversa y compañía. No es necesario hacerle una entrevista a fondo ni contarle toda tu vida. Una charla livianita sobre los lugares que has conocido o el objetivo del viaje pueden ser un buen comienzo. Ameniza el viaje de este buen samaritano que te tendió la mano. Además, conocer gente siempre es entretenido.

10. Los familiares siempre ayudan

Cuando volvíamos de Chiloé, un tío maravilloso que tengo nos invitó a quedarnos en su casa de Pucón. Esto alargó el paseo en cuatro días más, y con cero pesos de gastos porque mi tío corrió con todo. Por eso, cualquier familiar que tengas dentro del recorrido planificado es de gran ayuda para estos casos. Contáctalos y cuéntales que estarás cerca. Nunca falta la invitación salvadora que te ayuda en el camino. De seguro las condiciones en que te reciba van a ser mejores que dormir en una carpa.

Después de mochilear por primera vez, no se si lo volvería a hacer. Es incómodo, pero todos los hermosos lugares que visitamos y la gente bonita del sur que conocimos valieron la pena. De seguro es uno de los veranos que más recordaremos, porque vivimos juntos un montón de experiencias geniales. Sin duda, todo joven debería mochilear alguna vez, con la libertad que significa salir con los amigos. ¡A viajar!

Portada Imagen CC Mariano Mantel