Viajar al norte de Chile tiende a estar algo infravalorado en comparación a las bellezas del sur, como los bosques infinitos, la densa vegetación y los elocuentes lagos. Sin embargo, el norte tiene justamente su contrario, y es por ello que también brilla con luz propia. A continuación 7 motivos para no perderse la oportunidad de ir a la zona desértica de nuestro país:
1. Viaja a las Estrellas
Sin duda que el norte de Chile tiene uno de los cielos más despejados de todo el mundo; es por ello que no puedes perderte una noche estrellada, tanto en los observatorios como el Paranal y el ALMA, o bien, instalarse en una zona aislada y mirar hacia el firmamento. Cuenta cuantas estrellas fugaces aparecerán... son infinitas!
2. Vive el Desierto Florido
El desierto florido es una de las grandes sorpresas que nos depara este paraje único. Un fenómeno poco habitual que se nutre de las lluvias del invierno chileno que permite la aparición de semillas y plantas. Esto ocurre en pleno Desierto de Atacama, y realmente los paisajes son alucinantes.
3. Alucina con San Pedro
San Pedro de Atacama es una de las joyas del Norte de Chile sin lugar a dudas. La posibilidad de recorrer este pueblo es única y singular, un verdadero oasis de turismo, donde destaca no sólo las pequeñas callecitas, sino también los alrededores: visitar el Pucará de Quitor, recorrer en bicicleta hasta las termas, visitar el mágico Valle de la Luna, el Valle de la Muerte y la Laguna Céjar son realmente unos parajes que en ninguna otra parte del mundo se pueden ver.
4. Madruga con el Tatio
Nada más y nada menos que levantarse cerca de las 4am para poder ir a visitar los geyseres más altos del mundo en la soledad de la montaña desértica, cerca de dos horas de San Pedro de Atacama. Ver el amanecer en las termas, calentarse con los vapores y calentar los huevos en aquellas pozas hirviendo son parte de un panorama inolvidable.
5. Recuerda la Historia
El norte no sólo puede ser un paisaje casi lunar o con una sequedad impactantemente bella, sino que también tiene un lugar importante para los historiadores. De las guerras importantes que ha tenido Chile, contra la Confederación Perú Boliviana cerca de 1840 y la Guerra del Pacífico casi 40 años después, permiten visualizar el norte como un campo estratégico de combate, en el que las quebradas, los peñascos, los morros, las montañas y la sequedad del desierto fueron más de un enemigo, o un aliado si se sabían comprender.
Desde Antofagasta hasta Arica existen diversos monumentos, museos y monolitos que recuerdan la historia heroica y guerrera del Pacífico, tales como la Boya de Iquique, el Museo de la Corbeta Esmeralda, el mismo morro de Arica, y las estación de ferrocarriles de Antofagasta. Así también, una historia de los recursos naturales y la economía chilena permiten entender el auge del mineral: primero el salitre y hoy el cobre (Humberstone y Chuquicamata, por ejemplo).
6. Sobrevive al Lago Chungará
En el noreste de la pampa ariqueña, a sólo kilómetros de la frontera con Bolivia, se encuentra el Lago Chungará, inmerso en el Parque Nacional Lauca, con el volcán Parinacota de fondo, en una carretera que lamentablemente no brilla por su buen estado, se puede vivir en una atmósfera sofocante y donde si no tomas precauciones, la "apunación" o mareo por altura puede ser un mal rato. El Lago Chungará presenta una flora y fauna única por la altura y por la soledad donde se encuentran. Imperdible.
7. Maravillarse con los colores
Si en el sur puedes distinguir millares de tonos verdes, en el norte los amarillos, naranjos y rojizos se vuelven infinitos. Desde el Valle del Elqui, cruzando la región de Atacama, hasta las pampas del desierto y los oasis de Pica y Mantilla hacia la cordillera, cruzan un desierto árido que a la vez es sobrecogedor en su soledad y en su pureza.
No sólo de las perlas de Antofagasta, Iquique o Arica viven el norte de Chile. No sólo del cobre ni de Chuquicamata. Los salares, lagunas y volcanes que cohabitan con el desierto chileno son fenomenales. Conocer la historia del país, desde las salitreras hasta el cobre también permiten entender que la economía chilena siempre ha estado ligada hacia este árido, desértico pero fructífero norte.