Nuestro paso por San Pedro de Atacama fue express, y como yo ya lo conocía de antes sabía dónde ir exactamente para aprovechar al máximo los tres días que estuvimos ahí con una amiga.
Lo primero, antes de llegar, es coordinar con algún hotel u hostal para tener un cupo asegurado. En San Pedro hay varios lugares que dejan harto que desear, por eso hay que se precavido. Nosotros teníamos una recomendación de la Hostal Lackuntur y de verdad que no nos arrepentimos. Las piezas son compartidas, tienen dos camarotes cada una por seis mil pesos por persona. También hay habitaciones matrimoniales.
Al llegar el primer día fuimos al tiro a registrarnos en la hostal. Luego salimos a caminar para buscar artesanías y cosas bonitas. Además pasamos a comprar los tours que teníamos planeados: el infaltable Valle de la Luna, y Uyuni (Bolivia).
Fiesta religiosa nortina
En el centro del pueblo nos encontramos de pronto envueltos en una fiesta religiosa nortina, llena de colores y bailes alegres. Después conocimos el cementerio del lugar. Un terreno desértico pero lleno de flores de papel, las únicas que soportan el duro clima del altiplano. A lo lejos, el volcán Licancabur adornaba las coloridas tumbas de quienes descansaban ahí.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana arrendamos un par de bicicletas en la misma hostal y partimos a la Laguna Cejar. Tuvimos la suerte de ir antes del alza en el precio de la entrada, cuando costaba mil quinientos pesos para estudiantes. No es muy lejos y el camino es bastante plano. En alrededor de una hora y media ya estábamos disfrutando de la agradable agua de la laguna que te hace flotar, bajo un increíble cielo azul. Consejo: usar mucho bloqueador.
Laguna Céjar
En la tarde, en cambio, tomamos el tour al Valle de la Luna y el Valle de la Muerte, que costaba 10 mil pesos por persona. Las postales del lugar nos dejaban sin aliento. Fue toda una tarde recorriendo paisajes increíbles.
Valle de la Luna
Las noches en San Pedro son otro cuento. Miles y miles de estrellas titilando en el cielo oscuro, como pequeñas velas que hacen cálida la fría noche del desierto. Además, decenas de estrellas fugaces se pueden ver gracias a lo limpio del cielo nortino. No por nada aquí cerca se ubica el radiotelescopio más grande del mundo: ALMA.
En nuestro último día aquí volvimos a tomar unas bicis de la hostal y salimos a pedalear a eso de las 8 AM. A tres kilómetros de San Pedro, conocimos los Pukarás de Quitor, una fortaleza defensiva de los atacameños, ubicados en las laderas de un cerro, y que luego del siglo XII fue habitada por los Incas.
Además, como en tres kilómetros más de camino y luego de una buena subida por un camino de tierra que bordeaba un precipicio, llegamos al famoso túnel que queda camino a Catarpe. Es un túnel que atraviesa la montaña y tiene cerca de 100 años. Es realmente largo y oscuro. Daba un poco de claustrofobia. Cuando llegamos al otro lado parecía que llevábamos horas sin ver nada más que un puntito de luz al final del camino.
Tunel Altos de Catarpe
La experiencia de San Pedro en bicicleta es cansadora. Recomiendo nunca salir con menos de dos litros de agua por persona para una mañana o una tarde, de hecho nosotros tuvimos que devolvernos porque quedamos secos, y eso en el desierto es peligroso.
No olviden llevar ropa que tape la mayor parte de la piel, pero que no sea abrigadora, como cortavientos y bandanas, prendas que te dejan respirar la piel sin problema. Y por sobre todo mucho bloqueador.
Recomiendo mucho San Pedro, para todo tipo de bolsillo. El que busca siempre encuentra, y siempre hay opciones de lujo y otro más accesibles para todo público. ¡A viajar!