La Reserva Nacional Altos de Lircay es un santuario natural que se encuentra en la cordillera de la Región del Maule, desde la localidad de Vilches hacia arriba. En este hermoso lugar se encuentra el sector de Enladrillado, famoso por el paisaje que presenta y por también en el mundo de la ufología por ser, supuestamente, una base de aterrizaje de ovnis.
Ese era el objetivo de nuestro viaje. Fuimos con mi hermano y mi mamá, que tiene 56 años y es más activa que sus tres hijos juntos. Tomamos el primer bus que llega a la reserva, en Vilches Alto. Salimos a las 07.10 horas desde el Terminal de Buses de Talca, y llegamos dos horas más tarde a la última parada. El pasaje está a $1900 CL pesos hasta ese lugar y salen desde el sector de buses rurales del terminal. ¡Todo mochilero por Chile y Sudamérica debe aprender a andar en buses en la región!
Comenzamos a caminar por esos prístinos bosques mientras el sol aún no tocaba ni las copas de los árboles. Se sentía ese aire puro, de montaña, inmaculado y fresco que limpia los pulmones del desagradable aire citadino. El primer tramo es un poco pesado, pero nos acostumbramos rápido a la pendiente. Dos kilómetros hacia adentro está la administración de la Conaf, donde hay que registrarse y pagar una entrada que, para nacionales vale 2000 pesos por día, y para extranjeros 4000 pesos. Como es un paseo de un día sólo pagamos una entrada cada uno.
El camino está súper bien señalizado y es muy difícil perderse, a menos que uno se meta en los bosques y eso no es recomendable. Hay muchas historias de gente que se ha perdido en un bosque que se encuentra en el sector, conocido como “Sal si puedes”, el nombre lo dice todo. Durante el trayecto nos fuimos haciendo paradas cada tanto, para recuperar energías y comer algo pequeñito. Un pan con queso, un trozo de chocolate o maní. Hay seis puntos para descansar en el trayecto, cada uno señalizado con su número. En dos de ellos, el punto dos y el seis están habilitados para camping. El último incluso tiene baño y duchas.
Llegar al punto seis lleva cerca de tres horas, dependiendo del ritmo. Nosotros, que andábamos motivados, íbamos un poco rápido, pero siempre disfrutando de las miles y miles de hectáreas del bosque mixto de lenga y roble maulino que, a propósito, por poco se quema durante el verano recién pasado.
Antes de seguir descansamos las patitas en el agua gélida que corre por un riachuelo al borde del camping. Es agua bebestible porque viene directo del deshielo. Desde el punto seis sale el camino que lleva directo a Enladrillado. Todo señalizado.
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Ya en ese sendero la cosa se pone más dura. Primero viene una pendiente pronunciada que cruza un bosque de árboles centenarios. El problema aquí es el “trumao”, un tipo de tierra muy fina, como harina, originado por ceniza volcánica. Es tan fino que solo con caminar sobre él se levanta una nube de polvo que te ensucia completamente. Como ya conocíamos el lugar andábamos con bandanas para taparnos la cara y poder respirar. En una hora salimos a un sector más despejado, donde el bosque da paso a una vista muy abierta de toda la montaña.
Aún quedaba un poco más. El sol pegaba fuerte. Eran cerca de las 14.00 horas así que había que andar bien tapado. Después de unos 45 minutos más de ascenso, luego de varios tropezones, caídas y mucho sudor, logramos alcanzar “La coneja”, una roca con forma de conejo que está justo en la cima final del camino, y que sirve de referencia para los trekkeros.
El espectáculo frente a nuestros ojos es inconmensurable, indescriptible e inimaginable. Por eso agrego fotos. Ahí estaba el famoso Enladrillado, objeto de tantas historias y excursiones que traen a miles de extranjeros y nacionales cada año. Aquí está la famosa plataforma de piedra. Parece haber sido hecha deliberadamente poniendo una roca al lado de la otra, y alisándolas hasta hacerlas digna de una pista de aterrizaje. Pero no, es todo natural, como una base lisa de cerámicas, de ahí el nombre.
Sobre la plataforma, hacia el fondo, se ve el gran volcán Descabezado Grande y su acompañante eterno, el Cerro Azul, que alberga al volcán Quizapú en un costado. Una postal de maravilla que no se salvó de nuestras cámaras fotográficas ni de las de otros grupos que andaban esos días. Últimamente este se ha convertido en un destino bastante popular.
Arriba puedes estar todo el tiempo que quieras y recorrer toda la extensión de la plataforma, que en verdad es inmensa. Nosotros teníamos que llegar abajo antes de las 19.00 horas para alcanzar el último bus de vuelta a Talca que sale desde la entrada de la reserva, así que nos quedamos cerca de una hora disfrutando, contemplando, y meditando en este lugar cerca del cielo, a 2700 msnm, donde parece que puedes tocar las nubes, y en efecto así pasa (como se ve en la foto).
Un lugar imperdible si vives cerca de esta zona o si eres un amante del senderismo, así que hágase un tiempo, tome un bus y péguese una arrancadita a estas tierras. En serio, no se van a arrepentir. Incluso se pueden quedar por más días si traen carpa y sacos de dormir. En la noche se pone súper frío así que la ropa abrigadora en fundamental. Y lo más importante, está prohibido hacer fuego así que si vienes por más de un día te exigen la cocinilla cuando pasas por la administración.
Cuidemos la naturaleza, y sigamos disfrutando de estos pocos lugares donde nos encontramos con la naturaleza en su máxima expresión. Altos de Lircay for ever.