El sur de Chile es inconmensurablemente hermoso y cuando uno lo visita, pareciera que es imposible llegar a conocerlo por completo debido su larga extensión, sin embargo, uno queda con ganas de sobra de hacerlo.
Fue en esa aventura de conocer cada rincón que, en una de mis travesías, decidí hacer el llamado cruce andino. Un viaje lacustre hacia la frontera con Argentina y donde una de sus paradas parece simplemente ser un paraíso escondido: Peulla, en la región de Los Lagos.
Primero, para poder hacer este viaje en catamarán, hay que llegar a la ciudad de Puerto Varas (comuna a la que pertenece) o Puerto Montt, ya que desde ahí se puede tomar en diversas agencias el tour. Ambas ciudades a las que, por supuesto, se puede llegar por bus, auto o avión.
La vía más rápida es sin duda alguna la aérea, ya que desde Santiago, la capital chilena, el vuelo demora alrededor de una hora y media, existiendo salidas diarias. Lo mismo ocurre con los buses, aunque aquí la demora es más prolongada debido a la distancia de mil kilómetros, los que se traducen en 12 horas de viaje.
Ahora, una vez que se ha llegado a cualquiera de ambos destinos, hay que decidir qué modalidad de cruce se hará hacia Peulla, en la región de Los Lagos: ida y vuelta por el día o bien quedándose y volviendo al día siguiente; ida y vuelta llegando hasta Bariloche por más de 2 días.
Atravesando el Lago Todos los Santos
Sea cuál sea la alternativa que hayas tomado, el viaje empieza a las 8:00 horas de la mañana en un pequeño bus que serpentea por un camino de vista imperdible. Esto porque se va bordeando el Lago Llanquihue y entre medio se imponen los colosales volcanes Osorno y Calbuco.
Además, se hace una pequeña parada, pero precisa en cuanto a tiempo, en los famosos Saltos del Petrohué (como es un parque nacional deberás pagar un pequeño importe), donde podrás sacar la cámara e inmortalizar esas turbulentas pero bellas aguas color turquesa, así como comprar algunas artesanías de la zona.
Y, finalmente, la última detención terrestre es a orillas del Lago Todos los Santos, desde donde se zarpa hacia Peulla. Es en ese momento donde empieza el idilio con la inmensidad de la naturaleza, ya que la embarcación comienza a internarse por aguas rodeadas de bosques, cascadas y volcanes, entre ellos al Puntiagudo y el Cerro Tronador (siempre y cuando el clima lo permita, por lo que aunque hay viajes todos los días del año, lo más recomendable es ir en primavera o verano).
De pronto, luego de navegar por canales algo más estrechos, el paisaje se abre y hacia el horizonte se puede observar un pequeño puerto cuyo fondo son gigantescas paredes verdes y montañosas, diversas flores de colores y arroyos que caen de las laderas: es Peulla, en la región de Los Lagos.
Pequeño paraíso
Al bajar y comenzar a caminar, el paisaje pareciera sanar el alma. Es que Peulla parece un lugar aún por descubrir, ya sea por la lejanía o porque además, en las recomendaciones turísticas nunca es nombrada.
Silenciosamente sobrecogedor, puedes incluso beber agua de las vertientes que caen desde las abruptas quebradas en sus bosques, sintiendo el sonido de los pájaros y del viento como anfitriones de lujo.
El poblado es muy pequeño, pero cuenta con servicio de hospedaje y alimentación, aunque no hay señal de telefonía móvil de las principales operadoras del país ( a veces, con suerte, puedes conectarte a alguna u otra). Sin embargo, en ese escenario, es difícil querer estar pegado al smartphone.
Estando ahí puedes elegir entre quedarte o devolverte el mismo día, y si optas por esta última alternativa, también podrás disfrutar de sus bondades: hay un safari 4x4, cabalgatas o canopy. Lo mejor, eso sí, es alojar, pues podrás tener una aventura en jet boat o bien hacer un trekking en medio de la selva fría.
Peulla, en la región de Los Lagos y que en mapuche significa brotes de primavera, es un paraíso que no debes dejar de visitar, porque todo lo que se pueda decir, simplemente queda corto.