La Amazonía, recuerdos de un viaje que cambió mi vida

Mariana Zegers Aug 6, 2014

Hace 10 años emprendí un viaje que, en cierto modo, cambió mi percepción del mundo. Aún lo recuerdo vívidamente. El viaje fue por la Amazonía, lugar donde hoy les recomiendo ir. Empecé en Bolivia, en el Departamento de Pando, sector que limita con Brasil al norte y con Perú al oeste. Me instalé en una comunidad de chilenos conocidos, para luego introducirme en lo profundo de la selva virgen, hasta llegar a una reserva ecológica que estaba prácticamente abandonada, a orillas del lago Bay.

Desde que me bajé del avión que tomé en La Paz, mi sensación de habitar el mundo cambió. La ropa se me pegó al cuerpo por efecto de la humedad. Descubrí que ese clima me agradaba, aunque debo reconocer que escogí ir en la mejor época, la menos lluviosa y menos húmeda, que es durante las vacaciones de invierno. Alrededor de dos semanas estuve alojando en la selva, en una comunidad formada por chilenos amigos, a varios kilómetros de Cobija, ciudad capital del Departamento de Pando. Allí pude bañarme en el río que cruzaba la selva, ciertamente con precaución y por donde se bañaban los que allí vivían. Tuve la oportunidad de ayudar trabajando la tierra, recolectando semillas; haciendo lo que ellos hacían. Los mosquitos en esa época no son tantos como durante la estación lluviosa, por lo que no tuve problemas con ellos. La relación con la flora y la fauna del lugar es crucial, inevitable y necesaria. Yo logré conectarme con esta naturaleza, con el entorno, y eso es lo que recomiendo. Relajarse, sin despistarse. Observar la exuberancia y frondosidad que te rodea, sentirte un punto ínfimo en medio de esa grandiosidad. Eso es lo que recomiendo. Y tomar vitamina B un par de semanas antes de emprender el viaje, pues ayuda a prevenir el ataque de los mosquitos. El Aloe Vera es efectivo para apalear las molestias de las picaduras.

Luego me interné en la selva virgen, hasta llegar al lago Bay. Una parte del trayecto la recorrimos en auto (una combi), la otra en un bote tipo canoa. El lago Bay es una reserva natural con una gran variedad de peces amazónicos. El lago se alimenta de las aguas del rio Manuripi. La diversidad de flora y fauna es increíble, vi pirañas, yacarés, anacondas, variados tipos de víboras e innumerables tipos de arbustos, árboles, lianas, etc. Allí sí había muchos mosquitos, pues ya estábamos bastante internados en la “mata” misma y al lado de un lago (más humedad, más mosquitos). Incluso teníamos que entrarnos a las carpas en la tarde, tipo seis. Por supuesto que no nos instalamos en medio de la selva. Como ya comenté, había una reserva con chozas, construcciones abiertas de madera con techo de paja, en las que era posible (y es) instalar las carpas.

¿Por qué recomiendo ir a la Amazonía? Porque allí la conexión con la naturaleza, como ya dije, es ineludible y necesaria. Yo me sentí tremendamente alegre. Vi paisajes maravillosos, un sol rojo poniéndose entre los cerritos que rodeaban el lago Bay, toda la selva invertida en el reflejo del lago, animales, plantas poderosas. Nos pasa mucho a los citadinos que nos olvidamos de contactarnos con la naturaleza; tocar la tierra, conocer nuestro hábitat, mirar el cielo. Bueno, en la selva no te queda otra opción, porque estás rodeado y se nota que eres minoría. Para mí, debo decir, esta fue una experiencia hermosa y trascendente.