Cosas de viaje: Sobreviviendo a un mambo en Argentina

Scarlet Stuardo Sep 5, 2014

Tengo dos amigos muy íntimos en Argentina. Paradójicamente, ambos se llaman igual que los protagonistas de la popular serie animada Alejo y Valentina que "la llevó" en internet a principio de la década del 2000, fecha en la que al poco tiempo después los llegaría a conocer por el mismo medio.

Más allá del "boludo", "sos", "vos" y un sinfín de "che", acostumbrarse al castellano argentino es a veces una tarea atractiva para el resto de los latinoamericanos. Esa seguridad casi ególatra de nuestros vecinos, ha contribuido al interés de algunos viajeros chilenos en entender un poco el uso de la lengua para no "quedar colgado" a la hora de hablar con un compañero gaucho. Especialmente cuando la misma palabra no significa lo mismo allá.

Ante esto, te presento un Manual para no hacer el ridículo en Argentina desde una mala experiencia–hecho con ayuda de mis amigos- que te ayudará a traducir las jergas detrás de la cordillera, más aún si te vas de fiesta a lanzarte de cabeza en la vida bohemia.

Carreteando en Argentina: Lo que no debería ocurrir

Olvídate un poco del pub o la disco: vas a un boliche, y en este caso no se trata del juego de botar los bolos, si no que un lugar para carretear o, más bien, para “irte de joda”. ¡Ah! y no se te ocurra pedir un copete porque, lo más probable, te manden directo a la peluquería a peinarte el cabello con un pronunciado jopo.

Y bueno, se hizo tarde: bebiste mucho fernet –está en todos lados-, un par de birras (cervezas) rubias, y en vez de kriptonita (vodka con Ken Extreme o energéticas) te asustaste al escuchar que te traerían un destornillador. Estás al pedo, que no significa estar con olor “a gases” más bien, es estar “pasado de copas” o ebrio.

Sabes que Argentina no es un país tropical, pero todo mundo te pregunta por los mangos. “¡Flaco sacá un mango!”, te miras: en realidad estás un poco pasado de kilos, pero te crees la historia del flaco –tanto que te lo dicen- y accedes a “sacar el mango”, pésima idea: te quedaste sin dinero.

Todo se vuelve más confuso. A pesar de la “mala racha”, alguien se interesa en acercarse a ti. La caricatura de la rubia argentina se hace realidad, ella se aproxima y asegura que “sos un groso” y te “quiere dar un pico”. Sin duda, huiste ante semejante propuesta.

Al rato te das cuenta que sólo se trataba de un beso y no de un travestido. Limpias un poco tu remera (polera), vuelves donde la piba y ella te ofrece un porro. Esa ya la conocías, con el olor te basta y aceptas.

La chica te pregunta sobre su “colita” (moño) a lo que respondes que te parece divina –ya aprendiste un poco- y accedes a tocarla. “¡Soltáme salame!” te dice a penas intentas tocarle el trasero y te deja solo en la discotheque.

En fin, se acerca un grupo: sólo te quedan las ganas de hacer algunos amigos y, más que mal, tienes algo para compartir. Para “hacerte el buena onda” les ofreces: “cabros, ¿quieren pito?”, luego de reírse –con complicidad- te contestan “vení nene, que nosotros tenemos muchos más”.

Imagen CC Gustavo Facci