Cuando fui a Burgos sólo sabía que en esta ciudad, ubicada al norte de la península ibérica, estaba la Catedral Santa María de Burgos, famosa por ser considerada una de las obras cumbres del gótico español, construida entre los siglos XIII y XVI, cuyo diseño es una mezcla entre estilo gótico francés con influencia germánica y renacentistas-platerescas del siglo XVI.
Como uno más de los puntos de mi recorrido, era un lugar que me “sonaba” porque es parte del Camino a Santiago de Compostela y que quería conocer, pero no tenía mayores datos.
Sin embargo, además de tener un paisaje muy bonito, con un río que divide el casco antiguo del sector moderno, árboles, bastante vegetación, al caminar por sus peatonales -que son bastantes- cada dos o tres cuadras uno se topa con esculturas a tamaño real instaladas en los espacios públicos.
Estas son muy llamativas, ya que muestran a representantes de la sociedad antigua, de distintas edades y realizando diferentes oficios. Me topé con el más conocido, el Cid, quien camina de la mano de una pequeña niña, un hombre leyendo el diario, una pareja de abuelos, la evolución del homo sapiens de la mano de un niño, una campesina, un herrero, entre otros.
Sin ser fans de la técnica de modelar el barro y tallar la piedra, al caminar por Burgos me maravilló la gracia de instalar el arte en medio de la ciudad y cómo junto con las estatuas en el camino, se entrelazan distintas épocas y visiones del mundo y de historia en su arquitectura.
Es importante contarles que junto con lo histórico-religioso, esta ciudad presenta también el Centro de la Evolución Humana, un referente internacional que busca conservar y dar a conocer el proceso evolutivo del hombre desde la presentación de restos arqueológicos. Si van España y visitan esta zona, les recomiendo hacer de Burgos una parada obligatoria, no se arrepentirán.