A partir del 2001, el gobierno mexicano designó una categoría especial para aquellas localidades llenas de historia, tradiciones y atractivos inigualables. Estoy hablando, por supuesto, de los llamados Pueblos Mágicos. Cada estado del país cuenta con su porción, y estoy segura que cada uno de ellos tiene algo que ofrecer a los visitantes; yo misma he estado en muchos (y pienso visitar más), pero ninguno me ha cautivado tanto como Atlixco, un bello Pueblo Mágico del estado de Puebla.
También conocido por los lugareños como Atlixco de las Flores, desde su fundación en 1843, el pueblo se ha encargado de preservar las tradiciones ancestrales, tales como la cocina y las artesanías. Sin embargo, es innegable que la parte más atractiva de viajar a Atlixco es la Villa Iluminada, una festividad que se lleva a cabo durante todo el mes de diciembre. Está destinada a festejar la historia heroica del pueblo y a recibir tanto la Navidad como el Año Nuevo.
Describir la Villa no es fácil, desde el momento en que puse un pie en el parque central del pueblo, los estímulos visuales no desaparecieron hasta muy avanzada la noche. Y es que no se le llama “iluminada” a la ligera, ¡las calles están literalmente llenas de luces y espectáculos!
Viajar a Atlixco en la víspera de Navidad es una experiencia inigualable para cualquiera, el frío se olvida al probar la calidez de la comida tradicional de venta en las calles y por la compañía de miles de turistas que están allí para disfrutar de las actividades. Soy amante de los animales, por lo que una de mis partes favoritas de viajar a Atlixco fue el serpentario ubicado en el museo de historia natural, que se puede visitar de manera gratuita. Pero lo que se lleva las palmas es el Túnel Mágico, donde, con unas gafas 3D, las luces de la villa se transforman en todo tipo de figuras navideñas, desde renos hasta duendes y bastones de caramelo.
Año con año, el gobierno municipal invita a un país con el objetivo de dar a conocer parte de su cultura. En 2016 el país elegido fue Argentina y esto no pudo ser mejor: disfruté de un par de cervezas Quilmes y una salchicha preparada al mejor estilo gaucho.
Avanzando por las secciones de la villa, se llega a la Feria Municipal, un recinto destinado a la comida y a los juegos mecánicos y de azar. Lo sorprendente de esta feria es el tamaño de sus atracciones: ¡la rueda de la fortuna mide 50 metros de largo! Si son de corazón débil como yo y no se subirían a semejante monstruosidad, también hay paseos en tren, carritos chocones y recorridos históricos.
Después de mucho caminar, es normal que empiece a dar hambre, y nada mejor que probar un poco de todo. Recuerda que una de las mejores partes de viajar a Atlixco es probar la comida típica del lugar. Personalmente, recomiendo los esquites, las brochetas de puerco y las mundialmente famosas cemitas poblanas. Para acompañar, un ponche navideño con frutas de la temporada o la sabrosísima bebida de manzana manufacturada en la localidad.
La Villa Iluminada cierra sus puertas hasta la medianoche, por lo que no debes tener prisa en recorrerla, es mejor que disfrutes poco a poco de los atractivos del lugar, tomes fotos y convivas con tu familia. Atlixco está a tan solo 15 minutos de Puebla, la capital del estado, por lo que sería un pecado perderse de esta experiencia si estás en la ciudad para las fiestas de fin de año. En definitiva, uno de los pocos lugares donde la Navidad aún conserva su magia.