Europa es un continente maravilloso, cada país tiene un encanto especial, pero sin duda uno de los que más me enamoró fue Italia. En particular La Toscana, una zona muy verde, donde sus característicos cipreses abundan. Haber viajado en tren por parte de La Toscana fue la mejor decisión que pudimos haber tomado con mi mamá y mi pololo.
Nuestro viaje a Europa fue planeado con ayuda de consejos de amigos, lo cual nos fue muy útil, sin embargo ninguno de nosotros habíamos viajado antes al viejo continente, así es que nuestras decisiones fueron tomadas un poco a ciegas, en especial lo del tren, ya que ninguno de quienes nos aconsejó utilizó este método. Llegamos a Roma desde Barcelona, y ahí tuvimos que tomar nuestro primer tren desde el aeropuerto hacia la estación de Termini. La experiencia en Roma es otra historia, pero luego de unos cuantos días de estadía, tomamos el tren rumbo a Pisa. Escogimos Pisa no solo para conocer la famosa torre inclinada, sino también porque nos ubicaría en un punto medio para poder recorrer también en tren las ciudades cercanas que nos interesaban: Florencia y San Gimignano, este último, un pueblito medieval que mi mamá escogió para visitar y que fue todo un acierto.
Para llegar a San Gimignano tuvimos que tomar un tren desde Pisa, que demoró una media hora hasta Poggibonsi, y luego un bus que subía por el cerro (otros 30 minutos aprox.) y nos acercó hacia el pueblo de San Gimignano, un lindísimo lugar de construcciones de piedra, ubicado literalmente en la punta del cerro, donde se encuentra la mejor gelatería del mundo, la Gelatería Dondoli (esto no es un invento mío, realmente ostenta ese título mundial). Además visitamos el "Museo de la Tortura" con la historia de este terrible método de castigo especialmente utilizado en la época medieval (les dije, es un pueblo medieval). Mucha artesanía, vinos, y bastante turismo para ser un lugar de difícil acceso.
San Gimignano
Otro día fuimos a Florencia con mi pololo, pero mi mamá estaba muy cansada así es que decidió no acompañarnos, decisión que la pena hasta el día de hoy. Y como no, ¡si Florencia es maravillosa! El viaje tomó unos 45 minutos desde Pisa, y la ciudad se puede recorrer caminando, aunque debo decir que un día es muy poco para todo lo que hay que ver, no por nada se la considera la cuna de la arquitectura y el arte. No tengo palabras para explicar todo lo bello que tiene esa ciudad, pero de verdad que este y los otros viajes en tren sumaron bastante a la experiencia, porque podíamos ir apreciando el paisaje de la bella Toscana, famosa por sus vinos, por sus campos, por sus girasoles, un misticismo campestre incomparable que recomiendo a ojos cerrados. De la misma forma recomiendo totalmente el tren, por ser un método de transporte económico, ecológico y entretenido.
Il Porcellino, en Florencia. La tradición dice que debes frotarle la nariz para volver.