Viajar es algo que se ha masificado como el internet. Todos queremos viajar. Algunos lo logran, algunos lo intentan. Entre los que se han lanzado a la aventura, los mochileros son los que más han aumentado. Ya sea porque es más barato, porque se conoce más, más profundo y más cercano o porque es más reconfortante como experiencia de crecimiento personal. Entre estos errantes de pesadas mochilas hay varios tipos. Si bien el fin es el mismo, la ruta que recorren difiere mucho entre unos de los otros. ¿Quiénes son estos mochileros que vemos subiendo entre cerros? ¿Que mueve a algunos y que buscan otros?
Desde la experiencia misma de los que se han lanzado a la vida con lo puesto y una mochila, una radiografía a los mochileros sudamericanos.
- Los que se “ganan” la ruta:
Algunos mochileros se lanzan a la aventura sin mucho (o nada) de dinero. Estos mochileros van generando el dinero que necesitan para poder seguir en ruta, vendiendo sus artesanías o con otro tipo de habilidades manuales. Este tipo de mochilero no repara en grandes planificaciones, más bien busca vivir la experiencia a fondo.
“Eran como cinco mujeres con las clásicas patas y el calcetín chilote. Llegaban tarde al campamento, un camping barato en Máncora donde el 70% era argentino. Me dieron la sensación de que llegaban a oscuras porque les había costado: tal vez un problema en el camino, conductores difíciles para regatear o no tanta certeza a la hora de elegir el destino. Eran chilenas. Recuerdo haber ido a saludarlas y me invitaron a un pito. Mientras una preparaba su tablilla de artesanías, iba arreglando el macramé para armar cuántos aros alcanzara. Recuerdo que ella estaba corta de plata, que llegaba a un lugar y se ponía a vender. La que me ofreció el pito se quedó dormida, seguramente zapateando. Eran de ir a bailar cueca allá por por por por... cómo se llama este lugar. Puente Cal y Canto.” cuenta José Vilches, estudiante de periodismo en la PUC.
María Belén Grau es estudiante de sociología en la Universidad de Buenos Aires. Ha viajado por prácticamente toda Latinoamérica. En algunos de sus viajes haciendo malabares y vendiendo comida se ha podido costear la vida.
“Generalmente los que no vuelven a sus casas, son artesanos y más tirando a hippie. No solían hacer dedo y se iban a las grandes costas o ciudades en época de temporada (para vender sus cosas). Luego recorren para conocer, pero en temporada, ya saben a qué lugares claves ir”, dijo la estudiante argentina.
-Mochileros “senior”
Estos mochileros tienen experiencia en la ruta. Saben lo que hacen, a dónde van y no sufren de los típicos problemas del resto de los mochileros.
“Ah, y tipos que andaban solos, que se notaba que eran secos en el asunto del mochileo. Onda mochilero senior Que se nota a leguas que lleva años mochileando porque le gusta hacerlo no más, no por plata. Que tiene un aura especial,viaja solo y tiene esa aura que levanta el dedo y a los dos minutos le pare un auto, sea hombre o mujer. Da confianza. Tiene una mochila carreteada, pero que se nota cargada de experiencias y se sabe todas las picadas”, cuenta Daniel López, estudiante de literatura creativa en la UDP.
-Mochileros con lucas
Estos mochileros no hacen dedo normalmente. El bus es más seguro y directo. No se quedan en campings ni a la orilla del camino, prefieren los hostales. Estos mochileros tienden a tener todo bien organizado en un itinerario de viaje.
"tipo de mochilero que no se quedaba en campings, alojaba en hostales, no se involucraba mucho con la gente de la zona y se movía más en bus que en auto", dice Daniel López.
Este es el mochilero que no viaja con plata, pero que no le importa. Él o ella se las arregla de alguna manera para conseguir comida y alojamiento. Trabajar no está entre sus opciones, solo recorrer y conocer. Estos mochileros son carne de perro, ningún clima ni terreno los debilita.
"Era el que se alojaba en zonas no habilitadas, con un ojo despierto y otro cerrado para que no le robaran, macheteaba en las calles y no se duchaba aunque pudiese y debiese", cuenta Daniel.
Sea cual sea su estilo de mochilear, ¡hay que seguir viajando! el mundo está ahí para ser conocido y aprender de él. El intercambio cultural no hace más que beneficiar a las partes y al mundo.