Hace algunos años me dio por ir a andar en bicicleta cerca de Villarrica y Pucón durante los primeros días de Septiembre. He ido varias veces en mi vida y me parecía interesante hacerlo en bicicleta, pero tratando buscar nuevas locaciones en las afueras de las ciudades mismas. Por otra parte, me he dado cuenta con el tiempo, que la bicicleta es la mejor forma de conocer los lugares, ya que los tiempos de recorrido le permiten a uno observar y tomar decisiones sobre la ruta. Caminar es muy lento y el auto no te permite disfrutar por el paso necesario.
DÍA 1
Llegué a Villarrica exhausto, con poca movilidad en las piernas sobre todo por el carro de arrastre donde llevaba unos 40 kilos de comida, ropa y otros. No me detuve en el ciudad sino que continué por el camino que lleva a Pucón con la esperanzas de encontrar un camping donde quedarme, aunque simplemente no di con ningún lugar, más aún tratándose de una fecha de baja temporada. Estaba un poco desesperado así que decidí meterme a toda velocidad, como un felón, dentro de un recinto. No paré hasta que llegué a la orilla del lago, rodeado de algunos árboles y armé mi campamento. Estaba acalambrado completamente y, con las manos tiritonas, hice media olla de arroz con atún. Acto seguido, me quedé dormido.
DÍA 2
Me desperté en repetidas ocasiones por el frío y ruidos que rodeaban mi carpa modelo económico para dos personas, pero logré volver a conciliar el sueño. A la mañana siguiente, un cuidador me sorprendió desarmando la carpa, pero amistosamente me recomendó avisar para que no me "agarraran a balazos". Le hice caso. Luego de eso, me enteré que había pasado la noche en las dependencias del Hotel Parque.
Continué hacia Pucón, pero me detuve pocos minutos en la ciudad. Retomé mi camino hacia la cordillera por la carretera hasta que me encontré con una ruta que me llevaría hasta el Río Turbio. Era más difícil por tratarse de un sendero de tierra, pero llegué al final del camino donde, un par de horas después, encontré una casa abandonada. Ahí comencé a preparar mi almuerzo, cuando aparecieron dos hombres sacando leña con bueyes. Hablamos unos momentos y me invitaron a quedarme en una de las cabañas que se encontraba más inmersa hacia el bosque y la cordillera. Los dos viejos fueron tremendos anfitriones durante mi estadía.
DÍA 3
Salí temprano en la mañana y me fui caminando hacia el Volcán Villarrica. Pasé por el Río Turbio cuando apenas tiene agua y continué hasta la base del volcán que estaba con varios metros de nieve. Debo decir que es un paseo que no aparece en las guías turísticas, pero es increíble considerando la fecha y que aún todo parecía invernal. Luego de estar un momento ahí, volví a la cabaña y los dueños se fueron. A pesar de ello, me dejaron la cabaña para que no tuviera que acampar. ¡Eso sólo pasa en un lugar así de virgen!
DÍA 4
Me levanté temprano y salí hacia la carretera para retomar el viaje hacia la cordillera. Decidí enfilar hacia el lago Caburgua sólo por una tincada y antes de llegar al destino mencionado vi un gran cartel que mostraba la ruta hacia el Parque Nacional Huerquehue. Decidí ir al lago, tomar desayuno y luego volver al cruce de modo de dirigirme al lago Tinquilca. Deben hacer sido unas dos o tres horas subiendo por un camino de tierra y, sin duda, es el recuerdo de mayor cansancio de todo mi viaje. Finalmente apareció el lago y una gran casa a la que llegué a duras penas. Me recibió la dueña con sus dos hijas pequeñas y luego apareció el patrón que me explicó que el recinto era el Lodge Parque Huerquehue. Me dejaron acampar al lado de la casa.
DÍA 5
Desperté rodeado de nieve y con fiebre. Tuve que descansar. Por suerte en la noche, me dejaron dormir dentro de la casa.
DÍA 6
Me levanté muy temprano y me dirigí al parque a pié. En el camino llegué al Camping Rapa Nui y su dueña, la señora Florinda, me hizo un gran desayuno. Luego de eso, continué y entré al parque. Caminé largamente por un sendero que cada vez era más empinado. Después de un buen tiempo, comencé a ver primeros esbozos de nieve en la tierra y luego de pasar por los 1.800 metros, estaba hundiendo los pies en el camino nevado. Debo haber estado unas seis horas caminando solo, pasando por tres lagunas congeladas, entre los árboles con pájaros carpinteros y hasta me encontré de frente con un zorro rojizo y joven, con el que nos quedamos mirando un buen tiempo. Quise continuar la caminata, pero un par de veces la nieve alcanzó a cubrirme de golpe hasta el tórax, de modo que terminé devolviéndome. Este ha sido uno de los paseos que más han quedado guardados en mi memoria y me atrevo a decir que es uno de los paisajes más lindos de Chile.
DÍA 7
Me iba a ir a Argentina, pero mucha gente me dijo que con la cantidad de nieve me podía morir. En un principio lo consideré un comentario exagerado, pero muchas personas lo repitieron y con fuerza; parece que era verdad. Me fui entonces a Lican Ray y cuando llegué al lugar no encontré donde acampar. Seguí buscando y fue Walterio Arauco quien me recibió en un su hogar. Acto seguido, me ofreció una habitación. Finalmente preparó un asado para recibirme.
Don Tello, como prefería que le dijera, me mostró su negocio de salmón ahumado, un producto creado con maderas nativas de la zona. Cualquiera que pase por su casa, tiene la obligación de comprar lo que yo considero uno de los mejores salmones ahumados existentes.
Finalmente me quedé tres días es su casa y hasta hoy somos amigos.