Después de haber recorrido cientos de kilómetros por tierra, finalmente llegué a la ciudad de La Paz. Yo solo tenía el nombre de un hostal que había encontrado en internet, así que le pedí a un taxista si me podía llevar hasta el lugar, afortunadamente quedaban camas, porque yo no tenía reserva.
Yo andaba viajando sola, por lo que hice amigos muy rápido en el hostal, no llevaba ni 5 minutos y un australiano me estaba invitando a la fiesta que se iba a hacer en la noche. Yo me quedé en el hostal Wild Rover y lo recomiendo totalmente, es para gente joven que anda en busca de pasarlo bien, el ambiente es increíble y todos siempre muy abiertos a conocer gente nueva y a hacer amigos.
La ciudad es preciosa, lo que más me llamó la atención fue la mezcla de culturas que conviven juntas, allá se valora tener raíces culturales distintas y autóctonas, lamentablemente en Chile es algo que no sucede y deberíamos imitar. La ciudad es desordenada, la gente vende sus productos en la calle y los autos pasan entre medio, pero es parte de su magia y sin eso La Paz no sería La Paz ni cruzar una avenida una aventura.
Muchos suelen pensar que por ser chileno en Bolivia no te van a tratar bien, pero afortunadamente puedo decir que no es así. Nunca recibí un insulto o malos tratos por ser chilena, solamente recibí la inevitable pregunta sobre si estaba de acuerdo con darle mar a Bolivia, pero siempre conversándolo de buena forma y con respeto. Agradezco haber vivido esta experiencia como me tocó a mi, conociendo gente increíble.