Hernán Carrasco es director de Radio Molécula y Revista Playlist. Como ven, el mundo de la música es su vida, y su inspiración para crear, respirar y disfrutar el mundo va más allá de acordes simples y conversaciones dopadas. Nuestro amor por la música nos llevó a conocernos hace ya varios años. Estudioso y gozador de los sonidos, siempre tiene historias y descubrimientos melómanos asombrosos.
Viajemos con Hernán por el mundo y la música que transporta.
¿Cómo comenzó tu camino por la música? ¿Qué te inspiró?
Creo que la primera vez que recuerdo haberle prestado atención a la música fue como a las seis años. Mi papá es fanático de la música y recuerdo en casa haber escuchado “Still Got The Blues” de Gary Moore. Aluciné con esas líneas de guitarra y la melancolía que transmitía esa canción. Desde ahí he estado escuchando todo lo que he podido. Comencé a escribir sobre música porque me encontré varias veces buscando información o comentarios de discos que me gustaban sin encontrar nada en los medios chilenos. Lo que había, estaba hecho en otros países. Por eso pensé que podía aportar en algo donde no había mucho contenido disponible en mi país.
La música transporta, ¿dónde te ha llevado tanto mental como físicamente?
Mentalmente, siempre me lleva lejos. La música que más me llega siempre la imagino escuchándola frente al mar y perdiéndome entre olas que se ven a lo lejos. Hay algunas canciones que te regresan en el tiempo, incluso a épocas donde tú no viviste. Me pasa eso con el soul y el blues por ejemplo. Me imagino totalmente viviendo en esos tiempos. Físicamente me ha llevado a viajar solo hasta un desierto en California, donde se hace un festival que se llama Coachella, para ver artistas que jamás vería en Chile. Compré mis pasajes, mis tickets, agarré mi carpa y fui hasta allá. Pude ver a Prince esa vez y eso es algo que hasta el día de hoy agradezco.
¿Qué es lo más loco que has hecho por la música?
Hasta el momento, lo más loco que he hecho fue el 2013. Yo vivía en Concepción, me desempeñaba como docente universitario allá y el domingo 14 de abril tocaba por primera vez The Cure en Chile. Al día siguiente, a las 8 de la mañana, tenía que tomar dos certámenes en la universidad. The Cure estaba tocando un promedio de tres horas y media en cada show. Por tiempo, no tenía forma de alcanzar un bus de regreso a mi ciudad esa misma noche y los aviones no salían tan temprano desde Santiago a Concepción el día siguiente.
En esas condiciones era imposible que pudiera ir a ese concierto.Pero no me iba a perder de ninguna forma ese show.
Arrendé un auto en Concepción, manejé desde allá hasta Santiago, descansé un rato y me fui al concierto. El show terminó cerca de la una de la mañana y tomé el auto para manejar de regreso a Concepción a esa hora. Llegué a mi casa alrededor de las siete de la mañana, me duché, me cambié ropa y manejé hasta la universidad para estar a las ocho de la mañana tomando los certámenes a mis alumnos. Después de eso dormí como dos días seguidos, pero valió tanto la pena, que lo haría de nuevo. Ese fue uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida.
¿Cuál es tu festival favorito?
Esta es una pregunta engañosa. He tenido la suerte de ir a varios, pero por un tema de cariño, creo que mi festival favorito sigue siendo Coachella. Hay algo especial en escuchar tu música favorita en el medio de la nada y con un cielo de estrellas tan claro que parece irreal. Si bien el festival ha mutado para un lado más comercial durante estos últimos años, aún sigue teniendo artistas que valen totalmente la pena verlos ahí. Si vas a escuchar música y te desligas de la parafernalia que circula en el lugar, lo pasarás muy bien. Mención de honor también para el Outside Lands Festival de San Francisco que se hace en el medio del bosque y que es maravilloso.
¿A qué lugares o festivales debe ir todo amante de la música?
No creo que haya un lugar como obligatorio donde ir si eres fanático de la música. O sea, hay lugares súper emblemáticos como los estudios Abbey Road, el memorial de John Lennon en Central Park o la casa de Kurt Cobain en Seattle, por ejemplo, pero tampoco son algo del otro mundo. Si hay un festival que hay que ir por historia, es Glastonbury en Inglaterra. Esa es mi meta para el próximo año. Y para los amigos extranjeros recomiendo a ojos cerrados Lollapalooza Chile. Es un festival tan bien armado y donde cada año se pasa mejor que en el anterior.
¿Dónde vas cuando necesitas inspiración?
A cualquier lugar cerca del mar. Hay algo acerca de ese horizonte acuático que me hipnotiza y me relaja a la vez. Creo que las decisiones más importantes que he tomado en mi vida las he hecho frente al mar.
¿Dónde te gustaría llevar la música?
A los oídos de esas personas que siguen pegadas con las mismas canciones y los mismos artistas. A todos esos que reclaman que “no hay música nueva buena” y que se cierran a nuevos sonidos. Una de las mejores sensaciones para mí, es descubrir nueva música. Me cuesta entender que haya gente que no quiera experimentar algo así.
¿Una canción que te inspire a viajar y por qué?
Esta pregunta es difícil, o sea elegir sólo una canción es complicado, pero creo que si tuviera que elegir una sería “There Goes The Fear” de Doves. Si la música de la canción es fantástica, las letras son mejores aún y te hablan de aprovechar el momento y viajar ganándole al miedo de lo incierto. Incluso si te pierdes, es bueno. A veces, hay que perderse para encontrarse, como dicen por ahí.
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