Esta fue mi habitación la noche del 1ero de mayo del 2014. Estación Waverley, un viaje en el Caledonian Sleeper – un tren nocturno – ruta Edimburgo/Londres, antes de subir me preguntan si quiero café o té en mi desayuno; compartía mi estrecha cabina – diría que de 1,5 metros de ancho por 2 metros de largo – con una chica asiática muy tranquila y de pocas palabras, era la primera vez que dormía en la parte superior de una litera o cama doble, desde el techo salían bandas parecidas a un cinturón de seguridad que estaban allí para evitar que me cayera a mitad del viaje, supongo; al intentar dormir siento que me mareo, todo se mueve (Obvio, voy en un tren en movimiento), me levanto y voy al baño intentando acostumbrarme a esta nueva sensación, al regresar decido dormir sentada en un ángulo de 30 grados, lo logro, pero despierto cada cierto tiempo preguntándome dónde estoy, creo que en algún punto entre el norte y el sur del Reino Unido, alguien toca la puerta, es el desayuno: té inglés en un vaso norteamericano de Starbucks, acompañado por galletas escocesas (Shortbread); son las 7 am, mi compañera de habitación me pregunta si llegamos: “Sí, ya estamos en Londres”.