Nací en "Peor es Nada". De verdad, no es chiste.
Al principio me molestaba cuando la gente se reía cada vez que contaba eso, pero ahora lo veo como algo tan increíble que solo puede pasar en el Valle de Colchagua, el epicentro de la “Tierra Huasa”, es decir, de las costumbres más arraigadas en nuestro país, como las empanadas, el vino tinto (y la única región fuera de Francia donde brota la cepa Carmenère), la cueca, la trilla “a yegua suelta”, los zaguanes de adobe y el rodeo.
Entre estas cosas crecí y siento que forman parte de mi identidad, por lo que esta vez compartiré datos de la buena colchagüina:
1. Si vas de sur a norte, la primera detención deben ser las empanadas de Los hornitos de Chimbarongo, pequeño restorán casero, ubicado en la residencia de sus dueños y atendido por ellos mismos, en la calle principal del pueblo. Ahí, uno termina feliz y chorreado hasta el codo gracias a las generosas preparaciones cocidas en horno de barro.
Imagen CC: Robin Fernandes.
2. Después, alrededor de 10 kilómetros hacia el norte, en San Fernando, capital de la Provincia de Colchagua, está el postre: la gelatería Bristol, de Avenida O’Higgins, tradicional picada de helados de todas las mujeres que algún día estudiamos en el colegio de monjas de la ciudad.
Imagen CC: Juan Cabrera.
3. Saliendo del lugar, hacia el sur, por la misma vía, si es invierno (no funciona el resto del año), obligadamente, hay que detenerse en Calle Rancagua y caminar hasta el número 403, donde funciona la Chanchería Alemana, fábrica de los mejores perniles, arrollados y prietas de Chile, que conserva su mobiliario original con más de un siglo de historia y los fines de semana hay que hacer fila para comprar.
4. Ya en la ruta I-50, salida de San Fernando que termina en Pichilemu, el té puede compartirse en el Rancho Villa Alegre, en Placilla, una casona con granja educativa y piscina del matrimonio Ramírez Ureta, quienes ofrecen a los visitantes postres de frutas bañados en caramelo y licor.
5. Finalmente, para esperar el atardecer, un lugar que me encanta es el Restaurant Rayuela, al interior de la Viña Viu Manent, en Cunaco, un poco antes de llegar a Santa Cruz, donde se puede degustar la cava de la casa, maridada con pastel de choclo o chuletas de cordero, todo cocinado a la grilla.