Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer el otro Santiago, el Santiago de los gallegos. Lo mejor es que pude recorrerlo con alguien de la zona, lo que me llevó a conocer rincones ocultos de esta hermosa ciudad.
Santiago de Compostela es conocida por ser el destino final de miles de peregrinos que hacen el Camino de Santiago. Esta ruta fue muy recorrida durante la Edad Media y en los últimos años ha vuelto a tomar gran importancia. Los peregrinos recorren cientos de kilómetros para venerar las reliquias del apóstol Santiago el Mayor, que se ubican en esta ciudad.
La idea de este camino es que los peregrinos caminen hacia la Salvación, en donde, además, quienes lo recorren buscan descubrirse a sí mismos a través de esta caminata religiosa.
Cuando llegué a Santiago me llamó la atención los carteles de señalización sobre el camino, indicando hacia dónde debía uno seguir. Además, la gente es súper amable y atenta con quienes llegan a visitar la ciudad. No sé de donde vienen todos esos chistes de gallegos con estereotipos de gente tonta, porque la verdad a mi no me parece que lo sean.
La ciudad es hermosa y la Catedral es, sin dudas, uno de sus emblemas más importantes y que tiene casi 1000 años. La verdad es que toda la ciudad se ve que es muy antigua y que tiene mucha historia. Tiene calles pequeñas donde uno puede perderse y maravillarse con una arquitectura que en este lado del planeta no podemos ver.
Otras cosas por ver en esta ciudad es el Seminario Menor, el Palacio de Bendaña (de estilo barroco), el Convento del Carmen y el de la Iglesia de San Agustín y el Mercado de Abastos, entre otros grandes monumentos que pueden conocer.
Esta ciudad es Patrimonio de la Humanidad, declarada por la UNESCO, y la verdad es que concuerdo completamente, ya que sus calles, monumentos y su gente hacen que uno respire historia. Si bien es una ciudad muy religiosa (está llena de conventos), es también muy antigua e histórica, por lo que la hace un buen destino para todos.