Hace unos años me fui a estudiar por un semestre a Grenoble, Francia. Al principio me movía sólo a través del tram, un metro a nivel de la superficie que cubre casi toda la ciudad, ya que era la manera más fácil de ubicarme.
Grenoble es una ciudad universitarias, con más de 5 establecimientos donde se puede estudiar y que tiene un campus enorme, por lo que, mayoritariamente, veía gente joven. Esto significaba ver bicicletas por todos lados, a todo momento, en todo lugar.
Es impresionante la cantidad de estacionamiento de bicicletas que habían y la cantidad de gente que la utilizaba como medio de transporte. Me entusiasmó la idea y al segundo mes había arrendado mi bici.
Generalmente Europa tiene una cultura ciclista muy marcada, pero en Grenoble era impresionante. Tanto que había una empresa, Metrovélo, que arrendaba bicicletas por días, semanas o meses, como en mi caso.
Al principio hacía distancias cortas, porque bueno, es distinto recorrer la ciudad caminando o en tram que hacerlo en bicicleta, y tenía mis dudas sobre las rutas. Pero Grenoble es una ciudad súper cómoda para moverse en bici, ya que es muy avanzada en inclusión de discapacitados, por lo que todas sus calles terminan en bajadas.
Además, la ciudad cuenta con muchísimas ciclovías, y, aunque la mayoría están en la misma calle, la gente es respetuosas con ellas y con quienes usa la bicicleta para moverse.
Lo que sí, uno debe poder andar en bicicleta con una mano, ya que allá se debe señalizar con la mano cuando se va a virar, es parte de la cultura. Eso no es problema para los que están acostumbrados a este medio de transporte, ya que veía europeos que andaban sin manos y ¡leyendo! Era increíble.
Mis miedos se fueron a la primera semana, porque me di cuenta de la cantidad de plata que ahorraba, del ejercicio que hacía y de lo agradable que es andar en bicicleta. La ciudad se aprecia de manera distinta y me encantó. Todos mis amigos tenían bicicleta, así que era perfecto salir con ellos.
A mi me encantó esta experiencia y es una de las cosas que más extraño hacer aquí, ya que, si bien ahora hay mayor cultura de bicicletas, las ciudades no están listas para ellas. Las veredas terminan con saltos, hay hoyos, y, por nuestra geografía, hay muchas subidas y bajadas que no ayuda a utilizarla como medio de transporte, sino sólo para salir a pasear.