Cuando pensamos en Australia, lo primero que se nos viene a la mente son canguros, cocodrilos, koalas y un sin fin de animales exóticos que componen la gran fauna de uno de los países más extensos y aislados del mundo. Un lugar que fue colonizado por Inglaterra para deshacerse de los sus presidiarios y que más tarde se convertiría en la tierra prometida de miles de inmigrantes de varias partes del mundo. Hombres que llegaron a explotar los campos mineros de oro, piedras preciosas y por supuesto también a la inmensa variedad de tribus indígenas que habitaban esta parte del mundo.
La primera verdad que uno puede constatar inmediatamente es que, definitivamente Australia es una país lejano de Chile en relación a otros destinos comunes. Y aún cuando tienes la suerte de encontrar una pasaje económico sin escalas y con vuelo directo hasta la ciudad de Sydney, lo primero que sentirás, en las 15 horas que dura el vuelo, es una extraña sensación de confusión y agotamiento, ya que no es fácil tener un dia eterno en compañía del sol y es probable que al final del viaje te sientas tan paranoico como Jack Nickolson en "El Resplandor".
La segunda certeza la ves llegando al control de inmigración, donde los trabajadores son en su mayoría extranjeros residentes o hijos de inmigrantes que poseen una evidente mezcla cultural. Entonces, ya en este punto, el mito de la gente ruda y el estereotipo de "Cocodrido Dundee" se derrumba ante la amplia diversidad humana.
La tercera certeza es cuando percibes que la tecnología beneficia directamente a su gente. Desde que llegas al aeropuerto, ves como todo residente pasa rápida y eficazmente por máquinas que controlan sus pasaportes y solo se detienen un poco para sonreír, con cara de no culpables, frente a una cámara que verifica su identidad. Eso me hizo recordar un vuelo que perdí en Chile porque alguien ingresó mal los datos de mi pareja y lo dejaron detenido en control de migraciones por horas.
En este país desarrollado, las opciones de transporte público hacia el aeropuerto son diversas. En lo personal, tome un tren que demoró solo 20 minutos al centro de la ciudad. Sin embargo, llegando al hosteling veo una serie de autos tipo Van estacionados afuera y que al parecer salían cada 15 minutos hacia el Aeropuerto por solo unos 12 dolares Australianos. Evidentemente mas barato que el tren que tome para llegar. Entonces mi primera mala palabra en ingles fue ! Shit!.
Es aquí cuando surge la cuarta verdad, Australia pertenece a uno de los países con el nivel de vida mas caro, no apto para alcohólicos o fumadores. Pero si favorable para quienes quieran dejar esos vicios atrás, ya que es una mejor idea comer en el gran barrio chino de Sydney por 10 mil pesos chilenos ($20 AU), que comprar una botella de ron por 25 mil pesos ($50 AU) o una cajetilla de cigarros por 15 mil ($30 AU).
Con estas estas certezas y el jet lag que no me permitía dormir ni comer bien las primeras noches (sumado al karaoke chino que estaba en el piso de arriba del hostal). Australia hasta ese entonces me parecía un lugar distinto al que había imaginado. Sin embargo, una vez recuperado mi ciclo normal de sueño, las imágenes de estar viviendo en un pesadilla, se transformaron prontamente en sentimientos de fascinación al recorrer sus hermosos y grandes parques invadidos de Loros Arcoiris y Guacamayos blancos. Extensas tierras rodeadas agua, habitadas por gaviotas, pelícanos, lobos marinos, delfines y ballenas que se veían cerca de los centros urbanos. Donde el australiano común, cohabita en perfecta armonía con toda su fauna. Lo que me hacia pensar que este viaje, mas allá de ser un nuevo destino en mi lista, sería algo que cambiaría mi forma de pensar e interactuar con otras especies, que comparten con nosotros la misma tierra.
Imagen CC2 Pedro Szekely