Llegué al País Vasco una tarde nublada con lluvia parcial. Mi felicidad era máxima, me esperaban dos grandes amigas y la corazonada que sería una estadía inolvidable. Como muchos inmersos en el facilismo de no averiguar más allá, mi gran dato sobre la zona estaba en que “los de la ETA” eran vascos, que tienen su propia cultura y lengua, que exigen su independencia de España y Francia, respectivamente, y que yo iba a conocer y pasarlo bien.
Sueño cumplido. La provincia de Gipuzkoa en el País Vasco es un lugar hermoso. Lleno de acantilados, árboles, prados, zonas montañosas –ojo, ideal para los amantes del bulder-, mezclado con playa, ciudad con una arquitectura envidiable y pueblitos interconectados por excelentes carreteras.
Inmersos en medio de todos esos paisajes hay dos puntos turísticos imperdibles que por cierto, son parte de los lugares más visitados de la zona. El Peine del viento y el Santuario de Aránzazu. Ambos tienen como punto común que son obras arquitectónicas en las que participó el escultor Eduardo Chillida. El primero de su autoría, el segundo, en las principales puertas de acceso de la basílica que conforma parte del Santuario.
Cabe destacar, que a pesar de ser puntos turísticos, habitualmente no están repletos de personas, por lo que se puede llegar a ellos sin sentir la molestia de que otro turista te invadirá con su cámara tratando de tomarse una selfie.
Cuando íbamos camino al Santuario de Nuestra Señora de Aránzazu me explicaron que el lugar se ubica en el municipio de Oñate, a 750 metros sobre el nivel del mar y que habitualmente se llega hasta ahí también para hacer senderismo. Al llegar había neblina y garuaba. Nos bajamos del auto, comenzamos a caminar y nos topamos con la enorme basílica.
Entramos a esta construcción y luego recorrimos sus alrededores, desde donde se aprecia la enorme edificación hecha a partir de una búsqueda espacial donde conjuga la naturaleza con los materiales de trabajo (hormigón, acero, bloques de granito, piedra, madera). Vislumbrar que estás parado en medio de montañas y vegetación, es asombroso.
Al día siguiente, acompañadas por el mismo clima, me llevaron a conocer El peine del Viento, ubicado en la bahía de La Concha en la Playa de Ondarreta, en la misma provincia pero en el municipio de Donostia (San Sebastián). Estas son tres esculturas de acero incrustadas en medio de unas rocas que son golpeadas por las olas, delante de las cuales hay unas salidas de agua y aire a la superficie (abastecidas por la conformación de este mismo rompe olas).
Observar el mar desde ese mirador era como estar en la costa de Brasil. Al frente islas llenas de verde, agua y playa con arena blanquísima. Detrás, montañas llenas de vegetación. Sí, San Sebastián tiene de todo y seguramente por eso fue electa Capital Europea de la Cultura 2016.
Pero ese es otro tema. Por ahora aclararles que el País Vasco, en especial estos puntos turísticos son dos imperdibles de la zona que si tienen la posibilidad de ir, no deben dejar de conocer.