Mochileros por Sudamérica: La ruta de la muerte en bus, Bolivia

Macarena Friz Guerra Jan 1, 2016

Estaba en la ciudad de La Paz, mi objetivo era conocer el Amazonas boliviano y para eso tenía que llegar al pueblo de Rurrenabaque. Me dieron la opción de viajar en bus o en avión, pero en este último el pasaje era mucho más caro y como el presupuesto de los mochileros no es muy elevado, preferí viajar en bus, tan terrible no podía ser.

Partíamos a las 11 de la mañana, yo llegué puntual e incluso antes de la hora, porque nos dijeron que se demoraban harto en acomodar todos los bolsos. Era un bus gigante, de un piso, pero con un gran espacio abajo para guardar maletas. Había mucha gente con bolsos, mochilas, cajas y diversas cosas. El espacio abajo terminó siendo insuficiente y en la parte superior acomodaron la mayoría de las cajas, en las que habían gallinas, frutas, de todo.

El bus partió con dos horas de retraso, comenzamos a alejarnos de la ciudad y a acercarnos a los cerros y a la selva. Yo me había quedado dormida y cuando abrí los ojos ya era de noche y el bus se movía mucho, yo no entendía nada. Miré por la ventana y recién comprendí dónde estaba. El camino era de tierra, por lo que habían unas enormes zanjas que hacían que el bus se balanceara de un lado para otro. A mi izquierda había un barranco y la rueda del bus pasaba a no más de 30 centímetros. Al rato las personas de adelante comenzaron a gritar, era porque había otro bus tratando de pasar... y nosotros íbamos para el lado del vacío. Tan solo mirar por la ventana me daba un miedo terrible, a eso había que sumarle que la punta del bus estaba en el aire y en cualquier momento nos podíamos caer.

Todo el camino siguió así y yo no pude dormir en todo el viaje que duró cerca de 20 horas. Cuando llegamos nunca había amado tanto la tierra firme, fui la mujer más feliz del mundo y me prometí a mi misma no volver a La Paz en bus, volvería caminando si era necesario. Finalmente volví en avión.

A continuación les dejo el video de un bus igual al mío en el mismo camino, aunque ellos no tuvieron la misma suerte que yo.