10 lecciones que aprendí mochileando por el Sudeste Asiático
Viajar a Asia es encontrarse con lo diferente que hay en uno mismo, es ampliar las perspectivas y las miradas a un mundo que existe pero que solemos no ver. Es afrontar nuevas verdades, nuevas realidades, una cultura ideológica-religiosa totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados al otro lado del oceáno. Viajar a Asia es explorar el misterio, los paisajes enigmáticos y rodeados de un hálito de misticismo para nosotros, los extraños.
Dicen que cuando viajes aprendes y creces. Bueno, aquí va una lista de al menos 10 cosas que aprendí viajando y mochileando por Asia, específicamente el Sudeste Asiático.
1. Ama lo desconocido.
Cierra los ojos y sorpréndete con todo aquello que siempre temiste, vive los olores, los sabores, los colores que no imaginabas, y simplemente entrégate a la aventura. Hay una máxima sobre todo en los trayectos y tours que contrates: "Paga y confía". La cantidad de timos, engaños y malentendidos es grande, por tanto deja de lado las preocupaciones y los prejuicios, y vive. Comparte y convive con la población local, y arráncate del Pancake Trip cuando puedas. Disfruta de las playas, la selva, la luz, la oscuridad, las lluvias, el sol, las rocas, los peces, los tiburones, los buceos, las montañas, la historia, el dolor y la paz.
2. La ayuda es universal.
Puedes viajar solo, pero nunca te sentirás totalmente desamparado. El sudeste recupera totalmente la confianza y la fe en el ser humano, de cómo vivir con lo mínimo ya es suficiente para ser feliz. Si necesitas algo, no te preocupes... siempre lo vas a encontrar. Siendo más prácticos, Seven Eleven hay en casi todas partes. Y el inglés, sigue siendo la lengua universal.
3. Las barreras son límites de la mente.
En la PNL (Programación Neurolingüística: https://es.wikipedia.org/wiki/Programación_ne...), uno de los principios es dejar los prejuicios y los límites del poder hacer y el creer hacer. En el sudeste, debes obligarte a dejar los prejuicios, los miedos y la incertidumbre. En el Sudeste vives la libertad como en ninguna otra parte.
4. La historia fue presente
El Sudeste puede que tenga las playas más famosas de todo el mundo, y para mí sobre todo en Indonesia y Tailandia. Sin embargo, también es una región con una historia importante, donde la política y la religión siguen siendo una sola, y la cultura y los valores son imperantes en la forma de gobierno. Leer sobre la Guerra de Vietnam, la matanza de los Khmer Rouge y Pol Pot, Angkor Wat, la Guerra Secreta en Laos, las mil batallas en Tailandia y su antiguo reino, las sangrientas luchas culturales en Singapur y Malasia, etc., invocan a la historia que fue, es y sigue siendo. Una historia que no necesariamente sabemos al otro lado del mundo.
5. La religión es una.
En una misma esquina vas a poder ingresar a una mezquita, luego a una ceremonia hindú, y un poco más allá uno de los millones de templos budistas; y cruzando un par de cuadras seguramente nos podremos encontrar con alguna iglesia cristiana, o con monumentos a Confucio. Dios, la energía, o lo que quieras creer finalmente es uno sólo que toma distintas formas y nombres, pero los valores religiosos y los mandamientos supremos tienden a ser universales y únicos.
6. Las leyendas son reales.
Más allá del dragón que buscaba el tesoro en la bahía de Ha Long, o de las tortugas del saber en el Templo de la Literatura; o las historias del magistral templo de Angkor, el Sudeste es un mundo de leyendas que existieron, o que al menos, cuando estás allá y ves todas las maravillas a las que no estás acostumbrado a ver, te encandilas. Mi consejo es que creas... que creas todas las historias que te cuentan. Créelas, respétalas y vívelas. Quizás también puedas ver al dragón.
7. Sólo el hombre puede destruir al hombre.
Aprendes de historia y de guerrillas que jamás habías escuchado. No dejes de ir en Phnom Penh, Cambodia, al Campo de Exterminio; hoy hecho un parque memorial que recuerda la gran matanza del régimen de Pol Pot, y cómo pensamientos ideológicos tan errados y mal ejecutados cubiertos por un odio injustificado puede llevar a destruir una nación entera. Igualmente, pasear por los dos Vietnam, el de Ha Noi y el de Saigon, y entender cómo dos culturas más el ingreso norteamericano, pueden separar hermanos de forma tan potente.
8. La juventud está de fiesta.
Todos estamos viajando. Esta generación "Y" que privilegia el tiempo libre, los hobbies y la cultura por sobre lo tradicional, está transformando el mundo. Vas a conocer gente de todo el planeta, se van a juntar todos a bailar hasta que salga el sol (sí, como el reggaeton) en la Full Moon Party y todas las otras partys de Ko Phangan, vas a bucear con gente que nunca pensaste conocer; vas a viajar y meterte a los túneles de Vietnam con gente de todos los continentes; y podrás navegar por el Mekong con gente de todas las razas y culturas.
9. Oriente y Occidente cada vez más integrados.
Digo que todo el Sudeste es totalmente diferente a lo que antes conocíamos. SIn embargo, hay puntos que cada vez se ven más integrados, y no sólo del comercio o los engaños típicos de las ferias y los markets de todo el continente, sino que desde la necesidad de encontrarnos, de re-valorar lo importante de nuestras vidas. Las doctrinas occidentales están comenzando a complementarse con las ideas de la fluidez, del alma y del cuerpo, de las emociones, del poder de la naturaleza, del cosmos. Vas a entender que poco a poco, y de una forma cósmica y extraña, el mundo se está alineando.
10. Menos es más SIEMPRE.
La mochila tiene que ser mínima siempre. Todo lo que debes llevar al inicio del viaje es lo mínimo para vivir bien el tiempo que viajes. Lo básico, un par de zapatos, ropa interior, algunas poleras, un par de polerones, toalla y traje de baños, chalas, y un par de jeans y algunos short. Una parka, un gorro, una buena cámara con baterías, y muchos remedios y mapas. Todo el resto que le sobre a la mochila lo vas a repletar de recuerdos. Recuerdos que te van a acompañar el resto de la vida.