Era una niña cuando vi la telenovela chilena
"Sucupira" y no me la perdía, me encantaba! Veinte años después creo que
su éxito estuvo en la magia de sus personajes, como el de Olguita
Marina -la mujer que vivía arrancándose de su sufrido marido- y que
sigue siendo uno de los más recordados, tanto así que hablar del
"Síndrome Olguita Marina" es popularmente aceptado y conocido en Chile.
Es más, desde ese entonces muchos de nosotros, cuando nos sentimos
ahogados por alguna situación, decimos que necesitamos escaparnos a lo
Olguita Marina...
Personalmente, les puedo contar
que mi último "ahogo" me hizo arrancarme a Valparaíso, Chile, donde
conocí a
un francés que se transformó en mi novio y lo seguí a Francia, pero
ahora es mi ex y por eso obviamente ya me falta el aire otra vez!
La solución? Me voy muy pronto a recorrer Italia.
A continuación, les dejo mis lugares recomendados en el mundo para salir de un ahogo:
1.
Salvador de Bahía, Brasil
En una sola palabra: Carnaval. Durante esa
fecha (primera quincena de febrero) es una ciudad tan mágica que cada
rincón te hace perderte y olvidar lo que sea que haya sido el motivo de
tu escape. Su gente, la música, el baile, los colores, la alegría
rondante, todo. No por nada los bahianos se enorgullecen de que su
carnaval sea llamado "el del pueblo" y que no sea sólo comercial como el
de Río de Janeiro, según ellos. Allí literalmente salen todos sus habitantes a las
calles de adoquines y danzan y cantan por días enteros y hacen que tú
como turista te sientas uno más de ellos. Pelourinho es el barrio que la
lleva en la ciudad, incluso Michael Jackson grabó ahí su video clip "They Don't Care About Us", ideal para alojarse siempre y cuando lo que andes buscando no sea tranquilidad. Recomiendo el Hotel Pelourinho.
2.
Máncora, Perú
Apenas pisé ese poblado de las costas del Perí sentí que
estaba en Macondo, el pueblo creado por Gabriel García Marquez en 100
años de Soledad, un lugar sin Dios ni Ley. Es tal el relajo del ambiente
que sientes que te liberas muy pronto. Es pequeñito y tiene todo a la
mano: playa, alojamientos, restaurantes, supermercados, bares en no más de
8 cuadras y lo mejor
muy muy barato. Si nunca has ido al caribe/trópico es una excelente opción para
habituarte con ese clima y cultura, pero más cerca. Puedes conocer otras
playas cercanas y paradisíacas (debo ser honesta y decir que la playa
principal del pueblo no es muy bonita) tomando un moto-taxi que por unos
500 pesos chilenos te llevan y pasas el día en ellas. Playa Pocitas y
Punta Sal son impredibles. Por supuesto, su gastronomía es fantástica
como en todo Perú: yo por $4 mil almorcé un par de veces en el
restaurant Aqua un menú ejecutivo increíble, donde su dueña es una chilena
muy amorosa.
3. Barcelona, España
Si te gusta la
historia, el arte, la buena comida, la playa y la fiesta entonces ésta
es tu ciudad. Barcelona te atrapa desde el primer momento y seguro
durante tu visita te faltará tiempo para conocerla por completo. Mi
consejo es: camina. Desde las casas de Gaudí hasta la playa de la
Barceloneta e imprégante de la cultura
catalana y su bello idioma (no te preocupes, todos los catalanes hablan
español), piérdete paseando por La Rambla y termina comiendo algo típico
y muy barato en el mercado de La Boquería. Al menos dedica una noche para
"irte de tapas", idealmente en el Barrio Gótico, y por la mañana toma un
free tour para conocer con guías expertos las principales atracciones e
historia de la ciudad. Yo lo hice con la empresa Sandemans,
reconocibles por sus paraguas rojos en Plaza del Angel. Sólo das una propina a gusto al final del tour a tu guía.
4.
Buenos Aires, Argentina
Primera razón, porque a los chilenos nos queda
muy cerca y es fácil arrancarse hacia el otro lado de la cordillera de un día para otro. Ideal
para ahogos express. Segunda razón, los bonaerenses conocen el potencial
turístico de su ciudad y aunque no lo parezcan son muy amables cuando
les pides ayuda. Tercera razón, su bife chorizo es inigualable. Mi barrio favorito allá es San Telmo, porque amo las ferias libres y allí existe
una gigante que se instala los días domingos donde puedes encontrar
desde los típicos souvenirs hasta artesanía exclusiva local a buenos
precios, además de conocer a los lugareños que seguro te invitan a un
mate. Aquí también podrás tomarte la clásica foto con la Mafalda en el
banquito. Consejo: evitar ir en pleno verano porque las temperaturas
pasan fácil los 40 grados.
5. Puerto Viejo, Costa
Rica
Llegué a este pueblo del caribe sur de Costa Rica con muy pocas
expectativas y me fui con ganas de quedarme a vivir para siempre. Creo
que en ese lugar me sentí una real mochilera por primera vez, ya que
andaba viajando sola y ahi conocí a otros mochileros de varios países en
mi misma situación y juntos armamos un grupo buenísimo con el que
recorrí playas, compartí hostel, comidas, fiestas y amistad. Sin duda su
ambiente hippie y reggae lo hace inigualable, especial para
desconectarse de todos y todo. Existe un bar a la orilla de la playa
llamado The Lazy Mon que abre todas las noches y puedes bailar en la arena y
llevar tus propias bebidas. Nadie se enoja ni te miran feo por eso, en
serio. Importante: evita andar solo por las noches, ya que la policía es
casi inexistente y muchos se aprovechan de aquello.
6.
San Blas, Panamá
Si alguna vez me he sentido en el paraíso fue en este
lugar. Realmente se merece esa denominación, ya que es un archipiélago
de 365 islas e islotes con apenas unas 80 habitadas, pero todas de mar
tibio, transparente, lleno de pececitos y estrellas de mar a tu
alrededor. Llegar no es fácil, desde Ciudad de Panamá debes andar casi 3
horas por tierra y una hora más por mar. Por eso los tour te pasan a
buscar a las 5:00 am y así aprovechas al máximo conociendo la mayor
cantidad de islas posibles en un día, como fue en mi caso, pero puedes
contratar otro paquete para pasar una o dos noches en una isla durmiendo en
casitas rústicas al estilo Gunayala, los índigenas locales. El tour que
yo tomé incluía comidas y ron panameño, lo que hace que al final todos
los turistas terminen siendo amigos jajajaja. Eso sí, no es nada de
barato. Pagué unos $100.000 chilenos, pero les prometo que vale la pena el gasto. Una experiencia inigualable.
7. Venecia,
Italia
Es el único lugar de mis recomendados que todavía no conozco, pero
es mi próximo destino fruto de un último ahogo, aprovechando que estoy
viviendo en Francia por poco tiempo más. Me tomo la libertad aun así de
recomendarla simplemente porque es una ciudad única y hermosa por donde
se le mire. Su arquitectura, los canales, las góndolas, la Plaza San
Marcos, sus pizzas y helados...que en conjunto deben sacar más de algun suspiro y
ayudar a limpiar la mente y el alma. Para qué pensar en los problemas si
estás en Venecia! No hay tiempo que perder en tonteras cuando tus ojos
tienen aún tanto por lo que asombrarse. Algo que ya averigüé y que
permite ahorrarse algunos pesos (tener en cuenta que es una ciudad
bastante cara) es comprar la Travel Cards o Biglietti Turistici a Tempo para movilizarse por agua y tierra en Venecia, ya que cada ticket
cuesta 7,5 euros y la tarjeta para viajes ilimitados por 24
horas, 16 euros.
8.
Valparaíso, Chile
No es casualidad que haya dejado a mi "Valpo" querido para el final. Mi rincón favorito en Chile, definitivamente. Hay algo mágico en el Puerto que hace recargar energías, incluso si has subido sus interminables escaleras todo el día. Por eso cuando me vino mi último "ahogo" el año pasado arranqué hacia allá sin saber que tras esa decisión mi vida daría un gran giro. No sé si es el aire marino, los cerros, sus colores o un conjunto de todo, pero en esa ciudad todo fluye para mí. Quizás sea el hecho que atraiga a turistas de todo el mundo y eso haga que se me olvide a ratos que estoy en mi país. O su vida bohemia, o sus postales maravillosas, o las chorrillanas y borgoña del restaurante J Cruz. Lo único que sé es que me encanta y tengo mi lugar favorito para hospedarme ahí:Nomada Eco Hostel, donde converge todo lo mencionado anteriormente, pero además con toda la onda viajera y a precios módicos (habitaciones compartidas desde $9.500 por persona la noche).
Entonces ya saben, una vez que sufriste el Síndrome
Olguita Marina no te lo quitas más...lo bueno es que el mundo es inmenso
y siempre tendremos un lugar donde escaparnos cuando sentimos que se
nos empieza a apretar el pecho y nada nos conforma. O también cuando
quieres mandar todo a la punta del cerro, pero es mucho mejor si es uno
el que se escapa al cerro, o no?
¡Larga vida a l@s Olguita Marina!