Los pueblos y culturas de la edad de piedra no son el principio ni el fin del mundo, son únicamente la declinación y degeneración de riquísimas civilizaciones anteriores, y esto está demostrado por los restos de las culturas prehistóricas, por los datos de la filología comparada, que demuestran la sorprendente riqueza psicológica de las lenguas arcaicas, por los documentos irrefutables de arte y literatura antiguos.
Los pueblos verdaderamente salvajes o semisalvajes hallados por los exploradores modernos son, fuera de toda duda, descendientes degenerados de pueblos extraordinariamente cultos que existieron antes de la edad de piedra.
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