Eran las dos de la mañana cuando decidí que ese día almorzaría en San Pedro de Atacama, algo me llamó a regresar al pueblo que me acogió por un año a fines de los 90’s. Si bien recorrí toda la zona habiendo trabajado como guía de turismo, nunca me cansé de su magia, de su aroma terroso, a desierto, a sal, esa sal suspendida en el aire, que te rompe los labios. Entonces decidí buscar boletos aéreos desde Santiago a Calama y encontré una buena oferta para salir en el primer vuelo de la mañana y regresar en el ultimo vuelo de la tarde, además de arrendar un automóvil el que he recogido en el aeropuerto de Calama, conozco bien la carretera que por lo demás está en excelentes condiciones para facilitar y amenizar la conducción.
FOTO: Iglesia de San Pedro de Atacama.
Cerca de las 9 am me alejaba del aeropuerto EL Loa (CJC) y me aventuraba a un día maravilloso ya que el clima era perfecto y la ruta 23 completamente despejada como casi todo el año, y digo “casi” ya que el invierno altiplánico (ó boliviano), durante la época de Diciembre a Marzo, a veces, causa ciertos estragos. Mi primera parada, cruzando por el valle de la Muerte, me detengo al costado del camino para visitar un forado muy profundo, donde supuestamente cayó un meteorito, sin embargo presumo se trate de un mito.
FOTO: Forado en Camino desde Calama a San Pedro.
Al llegar a San Pedro, ese precioso y mágico oasis en el medio del Desierto de Atacama, se me abre el apetito, entro por la calle principal, la “Caracoles” y me paso inmediatamente al “Café & Compañía” (Toconao #568) un lugar apacible y rustico atendido por su dueña, una ciudadana francesa quien aparte de ofrecer sándwiches, panqueques, tartas, té y café, ofrece seductores helados caseros de Chañar y Algarrobo entre otras frutas locales e incluso de plantas como la famosa Rica-Rica, bastante fragante y muy conocida en la zona por sus propiedades curativas de males estomacales. Una planta que crece por sobre los 3.000 mts. sobre el nivel del mar hecha helado. A mi parecer, una delicia exótica.
Al terminar mi singular desayuno, camino hacia la calle Caracoles y me voy en dirección hacia la plaza de San Pedro, verde como siempre, con enormes Arboles de Pimienta, turistas y atacameños quienes conviven en torno al turismo. Luego de darme una vuelta por la feria artesanal y comprar los típicos “Pululos” y dulces de Chañar ó Algarrobo para que al contacto con mi paladar, la memoria emotiva me trajera gratas memorias de antaño, y asi fué.
FOTO: Calle Caracoles.
FOTO: Plaza de San Pedro.
Con la misma energía del primer impulso pasado media noche, tomé el auto y me fui a Toconao, un modesto, pero a mi parecer, hermoso, pueblo colonial, construido en piedra volcánica, la misma que usan los artífices locales para tallarla y vender sus artesanías. Me doy una vuelta por la plaza y emprendo el rumbo al Salar de Atacama, Una laguna de 3000 km.2 que alberga tres tipos de flamencos, flamencos andino, chileno y de James. Camino por el lugar, observo los flamencos, que con sus piernas largas, picos pronunciados y plumaje rojizo, maravillan la experiencia de cada visitante que a diario visitan la reserva.
FOTO: Flamenco de Salar de Atacama
Medito y reflexiono apaciblemente mientras camino, me reposo y antes del atardecer vuelvo a Toconao para visitar a la Señora Tina, una artesana atacameña, quien pela y deshoyeja el maíz con ceniza de Chañar (Árbol frutal de la zona) para reservarlo seco y usarlo en la preparación de diversos platos locales como la tradicional Patasca atacameña. Un particular guiso que ademas del maíz, tiene papas, cebolla y carne.
De la misma forma que hace con el maíz, la señora Tina pela y deshoyeja el trigo que usa de la misma forma que la Patasca, con carne, cebolla y papas, para preparar el Locro de Trigo.
Yo deleité mi paladar, con una exquisita Carbonada, que más que parecerse a una sopa como la conocemos en la zona central de Chile, bien se parece a un guiso de papas, zapallo, carne, cebolla. Para beber no podia pedirle que me sirviera el tradicional “Cachintor” una bebida muy refrescante hecha con las vainas de Algarrobo. Luego la señora Tina me invitó un postre llamado Chajnar, unas exquisitas bolitas hechas de Añapa (una masa dulce hecha de algarrobo). Todo esto acompañado de una grata conversación, amistosa y sabia.
FOTO: Iglesia de Toconao
FOTO: Campanario plaza Toconao.
Y así me toca emprender el rumbo a Calama para volver a Santiago, después de un excitante viaje express, del cual solo programé un pasaje de ida y regreso, espontáneamente mi jornada se fue colmando de hermosos paisajes, aromas alucinantes y sabores regocijadores.