Viaje planeado en temporada de lluvia y una posterior lesión en la cadera derecha que amenazó con cambiar nuestro destino a última hora, no eran los mejores antecedentes para ir a un trekking por Huaraz. Pese a todo, nos pusimos en marcha rumbo a las nubes.
Para llegar a Huaraz, lo más común es tomar un bus desde Lima, que demora unas 9 horas. Se recomienda viajar de noche y elegir compañías como Móvil Tours o Cruz del Sur (50 soles aproximadamente servicio regular). Por supuesto, nosotros estábamos ansiosos por llegar y preferimos salir a mediodía, sufriendo unas películas de acción traducidas al español.
Día 1
Es noviembre y en Huaraz, uno de los destinos de trekking más conocidos de Perú, quedan pocos turistas. La temporada de lluvias recién comienza. Nos recibe un día de sol, condición que cambiará durante las próximas tardes. Desde la azotea de nuestro hostal Ishinka (40 soles habitación matrimonial con baño privado, no incluye desayuno. Está un poco alejado del centro, pero es tranquilo y muy limpio) se ven algunos de los famosos seismiles de la región, entre ellos el Huascarán.
Estamos a 3050 msnm y es mejor ir con calma. El primer día nos dedicamos a visitar los mercados. Las cholitas con sus sombreros altos vendían sus cosechas, los colores de las frutas, verduras y flores estimulan los sentidos. Los tamalitos dulces que venden al paso son ideales para el desayuno.
Nos recomendaron ir a los baños de Monterrey. Aguas termales en una piscina llena de adolescentes. La alternativa eran unas tinas para dos o familiares dentro de cuartuchos cerrados, que probablemente no se habían lavado desde la mañana. Desistimos, a pesar de que habíamos pagado la entrada. Las piscinas altas estaban “cerradas por limpiesa” (sic).
Luego nos tomamos un par de combis, una de ellas estaba tan llena que apenas cabemos con el cuello doblado. Un pasajero me ofreció su pierna. “También hablo español, amigo…”Nos reímos y sus compañeros siguieron molestándolo en quechua. Llegamos a las ruinas de Wilcahuain y nos dimos cuenta que era lunes, día mundial de cierre de museos y símiles. Aun así tuvimos oportunidad de apreciar desde fuera este edificio de la cultura Recuay y las chullpas cercanas.
De regreso a la ciudad, llueve fuerte. Volvemos al mercado para adquirir un exceso de snacks para nuestro próximo trekking. Logramos dar con la oficina del Parque Nacional Huascarán (calle Ferderico Sal y Rosas), donde un amable encargado de turismo nos explica muy bien las opciones. Todo se puede hacer sin tour, ni guía, pero es importante estar atento a los horarios de las combis.
Día 2
Vamos a la laguna Churup. La combi sale cerca de las 7 am cerca del malecón y nos deja en un atajo para llegar al trekking, ya teníamos nuestros tickets de acceso (65 soles) válidos por 21 días, así que no había necesidad de ir caminando a Pitec o pagar de más para saludar al guardaparques. La primera parte del camino es liviana, vemos a una cuadrilla de hombres preparando la tierra en una ladera de cerro. Casi al final se llega a una pasada de roca que tiene varios elementos para despistar. Antes hubo una escalera y una cuerda fija por eso nos distraemos al ver la cadena. Luego nos damos cuenta que lo más fácil es cruzar el río y por ese lado está mejor la cosa. Había comenzado a llover hace un rato y el agua nos acompaña hasta que llegamos a la cima. 4479 msnm. La laguna está algo cubierta pero se alcanza a ver su color turquesa en una de las orillas y parte del nevado Churup.
Al regreso nos encontramos a los hombres que araban el monte, comparten su comida con nosotros y nos cuentan que van a reforestar con quenuas, uno de los árboles autóctonos del lugar. Uno de ellos nos muestra el camino para llegar a Llupa, donde podremos encontrar una combi de regreso. Los caminos pasan por sembradíos junto a casas de adobe y techos de tejas, todos nos saludan al pasar. El camino de bajada se hace largo porque finalmente llegamos a Unchus, el pueblo que está más abajo para encontrar colectivo.
Día 3
Salimos tarde. Por eso al llegar a Yungay ya no tenemos combi para Cebollapampa. Nos tuvimos que juntar con una pareja irlandesa y tomar un taxi, que a ellos los llevaría de regreso el mismo día. Después de pensar si subir ese mismo día o al siguiente y armar la carpa, mientras una vaca curiosa husmea a nuestro alrededor, decidimos desarmarla, esconder casi todas las cosas y partir muy tarde hacia la laguna. Sol intenso a ratos, niebla, lluvia y hasta unos pocos granizos nos acompañaron el resto del camino. Hay un par de cuestas de mayor desnivel que la altura pone más difíciles. Se parte caminando a los 3400 msnm y la laguna está a 4450. Pasas por una pequeña laguna y una pampa grande luego de la primera subida fuerte. De ida nos acompaña una densa niebla. Cuando llegamos a la laguna no se puede ver más que a un metro desde el borde de la laguna. Esperamos.
Los turistas se retiran. Aunque los anteriores sí tuvieron la gracia de un claro estos últimos no tuvieron la oportunidad. Seguimos esperando. Cuando estamos por tirar la esponja, comienza a aclarar lentamente. Al cabo de unos minutos vemos las cascadas y el nevado frente a nosotros. Una luz clara de atardecer rodea la escena. Tomamos muchas fotos. Todas esas se perdieron en un incidente posterior…
Al regresar vemos las ruinas en la pampa, otro glaciar a lo lejos, las vizcachas que salen de sus guaridas y gansos. Acampamos al anochecer junto al río.
Día 4
Empacar y correr a esperar la única combi de la mañana, rumbo a Vaquería. En este caserío comienza el sendero de Santa Cruz. Es una ruta muy transitada en temporada alta por lo que está bien marcada.
Estamos cansados y las mochilas pesan. Los primeros pasos son entre los caseríos. Las personas nos indican por dónde seguir, nos saludan, disfrutamos de las casas de adobe y las chacras ordenadas.
Un toro negro se nos cruza en el camino. Uber lo toma de las riendas, mientras una chica lo picanea del otro lado para lograr que avance. Al final lo dejan libre. Gana el toro. Uber nos ofrece un caballo para portear nuestras mochilas al día siguiente que remontamos el paso Punta Unión (4750 msnm). Con mi lesión en la cadera, el ofrecimiento cayó del cielo. Acampamos en un bosque de quenuales. Sus características cortezas se descascaran, como si se desprendieran de ellas finas hojas de arroz de sus paredes. Samuel se pregunta si será un mecanismo de defensa o de integración, ya que así los musgos y líquenes no pueden quedarse a vivir en sus ramas. En este lugar logramos la primera noche clara y estrellada.
Día 5
A las 7 am Uber llega con su caballo. El sol nos acompaña hasta cerca de las 11. Tenemos una linda vista del Pucaraju (5025 msnm) antes de llegar al cruce. Ya sobre los 4 mil metros entra una densa neblina, ya no vemos a nuestro amigo con el caballo. Vamos a paso lento, pero de buen ánimo. Antes de mediodía estamos en el paso. Sólo nos queda bajar entre las nubes, perdiéndonos algunos de los espectaculares parajes de la ruta. Acampamos en Taullipampa (4250 msnm). Está nublado y hay mucha bosta de animales que acuden ahí a pastar. Unos polacos arman sus tiendas nuestro lado.
Al día siguiente esperamos hasta que aclara un poco y vemos las faldas de los glaciares a lo lejos. Las cumbres se niegan a aparecer. Emprendemos la bajada hasta Llamacorral. Un pequeño pájaro azul nos acompaña en un camino rodeado de quenuas y otros árboles nativos. Luego vemos las huellas de un aluvión de hace poco, recién comienzan a crecer unos brotes de vegetación cerca del río. En este valle se sigue hasta una laguna calipso, Jatuncocha, al pie del nevado que permanece cubierto. Hay patos rana, cascadas hermosas. En una quebrada vemos a un zorro culpeo grande comiendo a un burro que se había desbarrancado días antes y yace con sus piernas hacia arriba.
Llamacorral es un antiguo asentamiento que se despobló hace más de 50 años. Ahí solían criar llamas, que han sido reemplazadas por burros, caballos y vacas. No vimos llamas en todo el camino de Santa Cruz. Cuando armamos la carpa empieza a llover y no para hasta la mañana siguiente. Sólo nos quedan 3 horas de camino.
La ruta sigue junto al río Santa Cruz, con árboles bien poblados de briófitas y líquenes en la primera parte. A medida que el río comienza a ganar fuerza la vegetación baja y se empiezan a ver las primeras señales dela ciudad. Unos trabajadores construyen o reparan una bocatoma, más allá otros pescan truchas con una varilla de caña. Llegamos rápido a Cashapampa. Ahí no queda más que esperar la combi que nos llevará a la dulce Caraz.
NOTAS
-La ruta se puede hacer en 3 días.
-Se puede partir desde Cashapampa, pero el desnivel de ese lado es mayor.
- Recordar que en altura el apetito es menor. ¡Lucha contra el exceso de snacks!