Ámsterdam es sinónimo de bicicletas, es lo primero que hay que tener claro cuando llegas a la capital de los Países Bajos. Más allá de su popular barrio rojo o del libre consumo de marihuana, las bicicletas son las dueñas de las calles, al punto en que hasta los autos (y, a veces, los tranvías) les ceden el paso. Simplemente, no intentes cruzarte en su camino, a menos que quieras tener una imagen real de qué significa un "ciclista furioso".
Las posibilidades para unirse a este medio de transporte son infinitas, pero lo más importante es que tengas claro que lo que más odia un local (aunque pareciera que los neerlandeses son incapaces de odiar algo), son los turistas en bicicleta, esto porque no respetan las normas de tránsito a las que están acostumbrados, se detienen de repente y en cualquier parte y no avisan cuando cambiarán de pista o doblarán en una esquina. Una vez superado el primer incidente con un ciclista, bienvenido a Ámsterdam.
Desde Amsterdam Central Station hay varias atracciones que se pueden recorrer a pie. Por ejemplo:
Plaza Dam
La Plaza Dam, donde puedes encontrar el Palacio Real, el Monumento Nacional, la Iglesia Nueva (Nieuwe Kerk) y un Madame Tussauds (sí, el de las figuras de cera). Confieso que pasé por esta plaza varias veces antes de darme cuenta de dónde estaba, ya que no es principalmente atractiva y, además, porque había una feria de diversiones (como esas que se encuentran en la playa en el verano).
Barrio Rojo
Desde ahí se puede caminar hasta el Barrio Rojo. Ahí fue cuando aprendí mi segunda lección de Ámsterdam: libre consumo de marihuana significa "libre consumo". No es de extrañar que mientras vas caminando sientas el olor del humo proveniente de algún Coffee Shop, una tienda en la que se vende café y marihuana, ya sea para fumar o comer incluso en el mismo local. El Barrio Rojo en sí funciona 24/7. Personalmente, pasé por el sector a mediodía, puesto que no quería encontrarme con "la clientela" de las prostitutas que ahí se encuentran.
Más allá de las bicicletas, la marihuana y las prostitutas, en Ámsterdam puedes visitar la Casa de Ana Frank, ubicada a unos 20 minutos caminando desde la estación central, aunque también se puede llegar por tranvía o bus, para lo cual te recomiendo comprar una tarjeta GVB por el día (o dos, o hasta una semana, dependiendo de cuánto tiempo te quedes en la ciudad). Este museo abre todos los días, con excepción de ciertos feriados, y es posible comprar anticipadamente la entrada por internet, la que, entre nosotros, es la alternativa más recomendable, ya que la fila es tan larga, que fácilmente pasarás horas esperando tu turno.
Comer en Febo
Para comer algo rápido y barato: Febo. Son tal como en la foto: máquinas expendedoras de COMIDA. Sólo necesitas monedas y tener buen instinto para elegir algo. La gran mayoría de las cosas que se venden son apanadas y, hay que decirlo, algunas cosas tienen gusto entre colado de guagua y cubo de caldo, de esos que la mamá o abuelita le echaba a la sopa, pero con hambre, todo es rico. La descripción de la comida está en neerlandés e inglés, así que con un diccionario es posible comprar con confianza.
Pequeños Secretos
Uno de los "secretos" turísticos de Ámsterdam es el hotel Hilton. Si es fanátic@ de The Beatles, no puede dejar de visitar la habitación donde John Lennon pasó su luna de miel con Yoko Ono en 1969. Sí, la misma donde protestaron por la paz desde la cama.
Para entrar hay dos opciones: reservar una noche o armarse de paciencia, tener algo de suerte y esperar que alguno de los botones te lleven a verla por cinco minutos, entre que se ha hecho el aseo de la pieza y que llegan los nuevos huéspedes. Esta opción obviamente no es válida si la habitación está ocupada por más de una noche, pero la emoción que te alberga estar ahí aunque sea por cinco minutos vale la pena intentar arriesgarse. Además, tiene una muy linda vista hacia la plaza que está justo frente al hotel. Claramente, yo opté por la segunda opción.