A principio de año tomamos unas vacaciones familiares y nos fuimos a Estados Unidos. Disfrutamos de unos días en Miami, donde comprar e ir a la playa son las actividades más típicas y recomendadas para unas vacaciones.
Cuando planeamos el viaje habíamos escuchado mucho de hacer un crucero, ya que desde Miami salen muchísimo a todas partes. Finalmente nos decidimos por hacer un viaje cortito en crucero, pero que sería suficiente para enamorarnos de esta manera de viajar.
Tomamos la decisión de ir a Las Bahamas. Para esto, tuvimos que movernos de Miami a Fort Lauderdale, que era desde donde partía nuestro crucero por 2 días.
De las cosas que me llamaron la atención son varias. En primer lugar, al momento de abordar el crucero tu pasaporte lo retienen, y te dan una tarjeta con tu nombre con la que puedes comprar dentro del crucero y con la que puedes usar de identificación. Tu pasaporte no lo ves hasta que termina el viaje.
En segundo lugar, la cantidad de familias y jóvenes que había, ya que tenía la idea de que viajaba más que nada gente de la tercera edad. La verdad es que en un viaje a Las Bahamas te encuentras con personas de todas las edades.
Cuando ingresamos te preguntan si quieres pagar una cuota extra por tener bebidas ilimitadas dentro del crucero, a lo que accedimos, ya que era una suma no superior a las 12 dólares.
Adentro del crucero hay muchas actividades por hacer. Hay compartimentos especiales para los niños, en donde los adultos pueden dejarlos y aprovechar de pasear por el barco, jugar en el casino, ir a la piscina, o a los bares.
Me llamó la atención también la cantidad de restaurantes y bares que hay dentro, lo que hace que tengas mucha más variedad para elegir lo que deseas comer, que está incluido dentro de lo que pagas.
En mi caso, ni sentí que el barco se movía, la verdad es que son tan grandes que uno no siente mucho el movimiento, lo que lo hace ideal para relajarse en la piscina. Y eso que nuestro crucero era pequeño porque hacía recorridos cortos, cuando bajamos en Las Bahamas vimos unos enormes, que son los de una semana.
Las piezas son pequeñas pero todo está muy bien distribuido, así que con eso no tuve problemas. De todas maneras, uno puede pagar por distintos tipos de pieza, hay algunas más grandes que otras y con comodidades distintas. La que yo tenía era pequeña pero alcanzaba a entrar todo bien y hasta tenía televisor.
Estuvimos un día en Las Bahamas y luego de vuelta al crucero. Yo lo pasé increíble, la verdad es que las actividades arriba son muchísimas y hay un equipo dedicado especialmente a entretener a la gente, haciendo bailes, bingos, karaokes, entre otros.
Por último, me gustaría mencionarles algo que a mi me quedó muy marcado. Quien hacía el aseo en la habitación era un filipino muy simpático y buena onda, quien nos pidió que evaluáramos su desempeño en una encuesta. Lo había hecho súper bien y lo íbamos a calificar de buena manera a como dé lugar, pero luego nos contó que si juntaba una cantidad determinada de felicitaciones podía bajarse del crucero a disfrutar en uno de los destinos que hacían. Me quedó súper marcado y se los menciono para que tengan presente a las personas que trabajan ahí, que muchas veces no bajan a tierra por estar sirviendo a los pasajeros, así que una buena recomendación es de mucha ayuda para ellos.