En la cuadra más cosmopolita del tradicional sector, conviven los clásicos sándwich de lomito, pizzas, empanadas, con la comida árabe, mexicana y tailandesa.
Como cada fin de semana el Persa Biobío abre sus puertas a los visitantes. Más de 10 mil personas cada sábado y domingo llegan a disfrutar de lo que ofrece, buscando algo nuevo para comprar o simplemente paseando por sus interminables callejones y galpones. En los que se pueden encontrar antigüedades, muebles, partes de computadores, juguetes, ropa, música, película y múltiples chucherías –tanto usadas como nuevas– que han convertido al barrio en un lugar de desarrollo comercial y turístico de la capital.
La cuadra entre San Isidro e Ingeniero Obrecht, en calle Franklin, es el sector gastronómico del lugar. Nueve locales de lata, parecidos a los típicos quioscos de colegio, reciben a los clientes que buscan una silla en la barra del restaurante o una de las mesas instaladas en la vereda. Al caminar por el lugar se puede ver a los cocineros o “maestros” sazonando los distintos cortes de vacuno, pollo o cerdo, además de pelar tomates, paltas y porotos verdes. Todo para captar la atención del público y entregar la comida más fresca del vecindario. Los olores, de los distintos alimentos, se mezclan para impregnarse en la nariz o ropa de cada degustador.
Cada cocinería trata de destacarse por alguna especialidad, por ende, existe una variada y cosmopolita oferta gastronómica. Los sándwich de lomito y churrasco se encuentran en la “Picá de Jaime”. Mientras que el tradicional plato tailandés, pad thai, se come en el “Lai Thai”.
Portada Imagen CC Sergio Ceron
Imagen CC Rafael Edwards