El sufrido viaje desde Chiang Rai a Nong Khiaw
Tras un mes de viaje por Tailandia -un país maravilloso con todas las características que pueden hacer de este destino el lugar perfecto- con Leo (mi pololo) decidimos continuar la travesía por Laos, el país hermano situado al otro lado del mítico río Mekong. A pesar de hacer mi religiosa investigación previa del lugar a conocer y saber de antemano que los laosianos se caracterizan por una calma eterna, lo que se venía puso a prueba nuestra paciencia y de paso, nos dio un par de lecciones.
Tras salir de la norteña ciudad tailandesa de Chiang Rai para cruzar la frontera, nos dirigimos a Laos, especificamente a Huai Xay, en un tuk tuk compartido con dos franceses que harían el conocido viaje en slow boat por el Mekong a Luang Prabang, una especie de "rito sagrado del mochilero" que dura dos días y que yo, buscando otras alternativas, descarté para hacer algo un tanto diferente: navegar desde el pueblo de Nong Khiaw y de paso, conocer la realidad del país desde un lugar menos turístico. Para ello viajamos a Udomxai en bus, donde entrada la noche nos quedamos en "panné", tal como muchos mochileros mencionaban como cotidiano en sus blogs. Lo bueno es que no duró mucho, por lo que a las 00:00 llegamos a la ciudad y nos alojamos en lo primero que encontramos, ya que en la maniana tendríamos que tomar una minivan que nos dejaría en el mencionado pueblo. Esa mañana comprobamos que pagar un pasaje no significa tener un asiento, ya que en una van para 10 íbamos !15 personas! Llegar a Nong Khiaw, a pesar de nuestro buen ánimo, tampoco fue tan divertido.
En el camino otro problema se avecinaba: mis averiguaciones no fueron las mejores, por lo que al llegar nos encontramos con la noticia que desde el 2013 la construcción de una represa en el río Ou no permite la navegación, teniendo la única opción de llegar en bus. Esa fue mi primera y verdadera gran desilusión en todo el viaje, sin embargo el lugar era precioso, por lo que buscamos un bungalow en la rivera para disfrutar del paisaje. En el momento de buscar comida nos topamos con todas las advertencias que ya había leído: la "tranquilidad" de los laosianos da la impresión de que con tal de no molestarse en atendernos se muestran desentendidos o, simplemente, no hacen ni el intento de levantarse, ya que gran parte de la gente pasa sus días recostados en sus hamacas o en camas que instalan en cada negocio. Finalmente almorzamos tras buscar por el sector, esperando que la cena sea un poco más fácil de conseguir. Obviamente no lo fue, ya que por alguna ley toda actividad en el país finaliza a las 23.30, alcanzando a comprar algo a última hora y solo para llevar...
... sin embargo nuestras aventuras no terminaron ahí...