Considerado el más grande del mundo, el Castillo de Praga ubicado en la capital de República Checa, es una de las construcciones arquitectónica más importantes a nivel nacional.
Cuando visité la ciudad, como tantos turistas llegué hasta ahí caminando. Tras realizar el Free Walking Tour que terminó en la plaza Jan Palach en el frontis de la sala de conciertos Rudolfinum, me fui al famoso Castillo que se ve en lo alto desde el plano de la ciudad, al mirar hacia unos pequeños montes.
Este monumento medieval está compuesto de varios palacios y diferentes edificios interconectados por peatonales que puedes recorrer a cualquier hora del día.
Constantemente aparecen músicos, magos y bufones disfrazados que buscan conseguir un poco de dinero mientras muestran sus habilidades y te hacen creer que estás en medio de la Edad Media.
En el Castillo puedes ver las Torres Blanca, Negra, Daliborka y de la Pólvora, la Catedral de San Vito, el Convento y la Basílica de San Jorge, el Palacio Real y el Callejón de Oro, donde hay gratas calles pequeñas por las que podrás ver casas de colores que al atardecer se iluminan cálidamente.
Este lugar lo puedes visitar todos los días, sin embargo, si quieres entrar dependiendo en la época del año en que vayas, los monumentos están abiertos desde las 9.00 hasta las 16.00 o 18.00 horas según la fecha de asistencia. Los precios dependen de la duración del tour que tomes y van entre las 250 y las 350 CSK (entre 6.500 y 9.000 pesos chilenos).
Si quieres ir te recomiendo que visites la página web del Castillo, ya que en este sitio podrás además encontrar el calendario con información de actividades culturales específicas que se realizan en su interior y alrededores y confirmar los horarios de visita.